Su alma de reportero se refleja en la exposición que hoy inaugura en la Galería Mediterránea, una cincuentena de fotografías que reflejan aspectos de la vida de Palma. Al fotógrafo Miquel Font le cuesta hablar de sus instantáneas. Su timidez, confiesa, la esconde tras el objetivo y cuando anda por la calle, cámara en ristre, ésta desaparece. Callejear es el verbo que más conjuga cuando habla de fotografía. Y gente es su otra palabra preferida.
Por eso sus referentes son fotógrafos como Cartier-Bresson, que inmortalizó un beso furtivo que ha hecho historia. También le «encanta» Chema Madoz, más conceptual. Como el primero, Miquel Font sale a la calle, aprovechando las celebraciones populares: El Corpus, la Rua, Semana Santa. Acontecimientos en los que esa gente que le gusta retratar «se presta más a ello, está más desinhibida».
Font no compone la foto en el laboratorio, sino en el momento de disparar. Escoge la imagen tras el objetivo. Sus fotografías son directas. «Cuando disparo no siempre sé que la foto va a salir, qué es lo que busco, aunque puedes intuir si será buena o no. Esto lo sabes cuando haces los contactos». Mientras callejea no busca algo concreto, se deja sorprender por un personaje, por una composición. De ahí surgen los reportajes, «que es lo que de verdad me gusta y lo que mejor domino». Para la galería Mediterránea ha escogido entre miles de fotografías de los últimos cuatro años para presentarlas de dos en dos «buscando algún contraste entre ellas».