Las contradicciones que sufren los personajes que protagonizan «La vida es sueño», de Calderón, presentadas al público con toda su crudeza, son parte esencial del montaje que ha dirigido Calixto Beitio, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y que, desde ayer hasta el domingo, se representa en el Auditorium. La obra ha obtenido siete nominaciones para los Premios Max de teatro.
El montaje fue presentado ayer por algunos de los actores que representan los principales papeles: Joaquín Notario, que interpreta a Segismundo; el mallorquín Miquel Gelabert, que hace de Clotaldo; Carlos Àlvarez, que encarna al rey y Àngels Bassas, que antes era Estrella y en Palma se estrena como Rosaura. Sin tocar el texto de Calderón, Beitio ha actualizado la obra con una escenografía del siglo XXI «acercando el montaje al espectador y consiguiendo que los clásicos sean algo cercano», dijo Carlos Àlvarez.
Por su parte, Joaquín Notario insistió en que Beitio supo dar a la obra un sentido de «acercamiento» y apuntó que «el texto no entra por el oído sino por otro tipo de sensaciones que se generan en el escenario». «El montaje no está arropado por nada. Ahí estamos los actores y el montaje nos potencia de modo que el impacto, la intensidad, depende de nosotros, todo está basado en los actores y la acción», comentó. Todos coincidieron en que Beitio supo sacar las contradicciones que caracterizan a los personajes de Calderón, que ocupan el escenario «para escupir su verdad». «En la obra no hay nada superfluo, este es el encanto que tiene, no nos entretenemos en adornar la frase, Beitio a pasado del siglo XVI a un público del XXI sin tener en cuenta el filtro del teatro romántico del XVIII», señaló Miquel Gelabert.