Los asistentes al «Palma.So 2000», evento que promociona la música pop-rock hecha en Mallorca, iban esparciéndose por la explanada junto al estadio Son Moix lenta e ininterrumpidamente.
Era una noche fría y estrellada en la que el olor apetitoso de los choricitos y el humo dulzón de ciertas plantas se entremezclaban con los 40.000 watios de sonido y los 120.000 watios de luz que llegaban desde el escenario dividido en dos. Algunos curioseaban entre los puestos de las ONG's. En este primer año eran sólo cinco, pero de lo más variopinto. Allí estaban la Fundación Vicenç Ferrer, el Casal de Joves, «Mallorca sense Fronteres», asociación por la integración y contra la xenofobia; «Tendes Solidàries de les Illes Balears», agrupación que lucha por un comercio justo que, por cierto, vendía unas deliciosas tabletas de chocolate sudamericano, y la Asociación Uruguaya de Baleares, entrañables uruguayos dispuestos a dar a conocer la gastronomía y la cultura de su «paisito».
Pero al fin y al cabo, de lo que se trataba era de oír buena música y que las escasas mil personas que se congregaron degustaron en cantidades industriales.
Desde las ocho de la noche actuaron los 16 grupos que estaban en el programa del «Palma.So.2000». Gehache, Madelfunk, Doctor Martin Clavo, Neo-Tokyo, Blue Meany, Glicerine, Mineral Water, Locus Versus, Satellites y Loiselane calentaron el ambiente para después dejar paso a músicos curtidos de la talla de La Granja (directo impresionante de guitarras afiladas destilando un excelente R&R); Los Malditos (sabe más el Diablo por viejo que por diablo, y de música pocos saben más que ellos); Sexy Sadie (habría que echarles de comer aparte, pocos grupos hay de su calidad en la escena indie española); el cantautor Jaume Anglada, rutero, «el Bruce mallorquín», y también dos fantásticas sorpresas: fueron el ska-rap latino de Masa Sonora y el Raï con ritmos reggae del grupo multiétnico Raïbel.