La exdoctora Noelia de Mingo ha solicitado su puesta en libertad bajo tratamiento ambulatorio y custodia familiar del centro psiquiátrico penitenciario en el que cumple condena por la agresión múltiple que protagonizó en El Molar en septiembre de 2021, han informado a Europa Press fuentes jurídicas.
En un escrito, su defensa solicita a los magistrados de la Audiencia Provincial de Madrid que la dejen salir del psiquiátrico para cumplir la medida judicial de 33 años de internamiento que se le impuso al considerar que está equilibrada en la enfermedad que padece, una esquizofrenia paranoide.
De Mingo, condenada en 2006 a 25 años de cárcel por matar a tres personas en la Fundación Jiménez Díaz y puesta en libertad en 2017 al no existir peligro, pactó en noviembre de 2023 ser internada durante 33 años en un psiquiátrico penitenciario. En la agresión de El Molar resultaron heridas dos empleadas, una de gravedad, de un supermercado.
En la sentencia, los magistrados condenaron a la exdoctora por dos delitos de asesinato en grado de tentativa, con la concurrencia de una eximente completa por anomalía psíquica, y por un delito de atentado contra la autoridad.
El letrado Carlos Sardinero, que defiende a las víctimas, se ha opuesto a dicha puesta en libertad al considerar que hay riesgo de que pueda ocurrir algo, incidiendo en que no hay informes médicos que descarten dicho peligro en el caso de que salga en libertad.
«Ella puede estar equilibrada dentro de la burbuja que supone estar dentro de un centro psiquiátrico con las medidas de seguridad que hay pero sometida a estres en libertad ya sabemos qué puede pasar», ha recalcado a Europa Press el letrado.
Lo sucedido en El Molar se produjo cuando la acusada, actualmente interna en un psiquiátrico penitencio de Alicante, se encontraba libre después de que la Justicia le sustituyera el internamiento en centro psiquiátrico por el tratamiento ambulatorio y la custodia familiar.
Los forenses emitieron un informe en el que hablaban de su evolución favorable, lo que permitió que fuera excarcelada. Desde entonces, apenas salía de su casa y convivía solo con su madre, una mujer octogenaria que debía ejercer la custodia familiar para estar pendiente de que su hija no tuviera descompensaciones psiquiátricas en su enfermedad.