Los jóvenes madrileños suelen tener un primer contacto con el tabaco con una media de edad en torno a los 14 años y, aunque en la última década se ha reducido el consumo entre los adolescentes, ha aumentado en el caso de otras nuevas formas como los cigarrillos electrónicos o vapeadores.
Este viernes, 31 de mayo, se conmemora el Día Mundial Sin Tabaco, que en esta ocasión tiene como lema 'Proteger a los niños de la interferencia de la industria tabaquera'. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 37 millones de adolescentes de 13 a 15 años consumen tabaco en el mundo.
En la Comunidad, según los últimos datos del Sistema de Vigilancia Integral de Tabaquismo correspondientes a 2022, el 18,5% de los jóvenes de entre 15-16 años fumaba esporádicamente y un 13,1% de forma habitual. La tendencia, en cualquier caso, es descendente en la última década.
Según el Informe del Estado de la Salud de la Población de la Comunidad 2023, hay un descenso en este grupo entre quienes practican este hábito a diario, hasta situarse en el 5,2% de los chicos y el 8,2% de las chicas en 2022.
Pese a ello, advierte Cristina García Quero, coordinadora de la Unidad de Tabaquismo del Hospital La Paz, sigue existiendo un 30% de fumadores en España. Según datos del Plan Nacional sobre Drogas, en el caso de los menores, ese consumo es del 21%.
«El tabaquismo se define como una enfermedad adictiva crónica, que en el 80% de los casos se inicia en la adolescencia y hoy en día se mantiene el mismo patrón de iniciación, que incluso vemos con las nuevas formas de consumo», explica la doctora.
Unas nuevas formas de consumo que van en aumento, especialmente entre adolescentes. «En el caso de vapeadores o cigarillos electrónicos, sabemos que el consumidor por excelencia hoy por hoy son los adolescentes, con una mayor demanda de tratamientos», ha concretado la coordinadora de la Unidad de Tabaquismo de La Paz.
Según la última Encuesta sobre el uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), más de la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años reconoce haber consumido alguna vez en su vida cigarrillos electrónicos (54,6%), con un incremento de 10,3 puntos respecto a 2021.
«La movilización y concienciación juvenil es fundamental, ya que los datos señalan que el consumo de vapeadores ha aumentado considerablemente entre 2021 y 2023», ha advertido Estíbaliz García Rodríguez, responsable de Prevención de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Madrid, que ofrece programas de deshabituación tabáquica gratuitos para jóvenes de 18-25 años, personas con cáncer, y colectivos como universidades y empresas.
Sin sensación de riesgo
Pese a ello, los jóvenes, debido principalmente a una baja percepción de riesgo, no suelen acudir a servicios para dejar de fumar. «Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para dejar de fumar», señala.
De ahí la importancia de las campañas de concienciación e iniciativas realizadas desde diferentes organismos e instituciones informando de los efectos nocivos del tabaco en todas sus formas de consumo. En total, se registran 8 millones de muertes en el mundo asociadas al tabaco, mientras que en la Comunidad la mortalidad atribuible al tabaco se estima en 6.000 casos al año, según datos de la Consejería de Sanidad.
«Dejar de fumar es querer aprender a vivir sin fumar. Es verdad que es difícil, pero no imposible. Lo normal son varios intentos antes de conseguirlo, por ello la recaída forma parte del proceso y no tenemos que tenerle miedo. Tenemos que aprender de los errores», remarca la coordinadora de la Unidad de Tabaquismo de La Paz en declaraciones a Europa Press.
Por lo general, según apunta esta doctora, la ayuda para dejar de fumar no es solicitada de forma temprana y menos a una corta edad. «Hablamos de una adicción, donde el fumador no percibe nocividad aguda con su consumo, y los riesgos atribuidos al consumo es algo muy lejano que no toca cuando eres joven», concreta.
En la misma línea, Pablo Llama, psicólogo en Proyecto Hombre Madrid --donde también se ofrecen tratamientos--, remarca que se suele pedir ayuda «cuando ya la adicción está bastante instaurada y es un poquito más complicado trabajarla». «Lo ideal sería que pudiéramos ver casos en los que se inicia la demanda de tratamiento antes y no tanto cuando llevan hasta 30 años de adicción, que es un poco lo habitual, con todas las consecuencias físicas que conlleva», ha indicado Llama a Europa Press.
Cada vez son más las ayudas que están a disposición de los fumadores para lograr este objetivo. Los expertos apuntan a la conveniencia de optar por aquellas basadas en la «evidencia científica» y con un enfoque combinado, que aúne el tratamiento psicológico con el farmacológico.
«Es recomendable, para lograr el éxito, haber tomado la decisión de dejar de fumar, de manera libre y personal, trabajando las motivaciones personales», remarca la responsable de la AECC Madrid, que, además, anima a quienes ya han tenido algún diagnóstico de cáncer a tratar de dejarlo. «Es un factor de riesgo para desarrollar cáncer, pero también empeora el pronóstico de los tratamientos, reduce la supervivencia y aumenta el riesgo de recidivas», advierte.
Otras sustancias
Especial impacto tiene también el consumo de tabaco combinado con cannabis, sustancia que produce además problemas graves de salud mental como trastornos del estado del ánimo o alteración de las funciones ejecutivas.
En la Comunidad, el cannabis (15,3%) está en cuarto lugar entre las principales sustancias por las que los pacientes de entre 14 y 18 años reciben tratamiento en los centros de atención a drogodependientes, tras el alcohol (32,2%), la cocaína (26,5%) y la heroína (20,3%).
Es, además, la primera sustancia por la que los jóvenes demandan tratamiento en Proyecto Hombre Madrid, ha explicado Pablo Llama, que recalca que «influye mucho tanto en el estado de ánimo como en las funciones ejecutivas a nivel neurológico y, en muchos casos, también a nivel comportamental».
Espacios libres de humo
En este contexto, el Ministerio de Sanidad acaba de impulsar el Plan Integral para la Prevención y Control del Tabaquismo, con medidas como incrementar los espacios sin humo como las terrazas en la hostelería.
El humo del tabaco contiene unos 70 componentes que se han demostrado tóxicos, nocivos y cancerígenos. Según la OMS, anualmente en todo el mundo hay 1,3 millones de muertes de no fumadores por la exposición al humo ajeno. Por ello, los expertos se muestran partidarios de incrementar estos espacios libres de humo.
«No se conoce un nivel seguro de exposición al humo ambiental de tabaco. Por ello, es necesario seguir liberando espacios públicos al aire libre del humo del tabaco y un cambio normativo que incluya la prohibición de fumar y vapear en más espacios como estadios o playas», apunta la portavoz de AECC Madrid.
En cualquier caso, remarcan los expertos, «la mejor forma de prevenir es sin lugar a duda evitar la adicción», incidiendo especialmente en los jóvenes, la población más vulnerable. «La industria está utilizando el mismo patrón de captación de futuros clientes con los nuevos dispositivos, en especial con los cigarrillos electrónicos. Los adolescentes son más vulnerables a las adicciones en general y con esto cuentan. Con una mayor legislación de los productos y prohibición a menores se podría evitar el consumo», ha defendido la doctora de La Paz.
«Es esencial que las medidas de control del tabaco y los vapers abarquen todos los aspectos, desde la fiscalidad hasta la publicidad y la disponibilidad de estos productos», añade la portavoz de AECC Madrid en declaraciones a Europa Press.