El nuevo asesor de patrimonio de la Conselleria de Cultura de la Generalitat, el historiador del arte y curador Manuel Borja-Villel, ha reivindicado la cultura como derecho que debe trabajarse con proyectos a largo plazo que garanticen resultados, y ha opinado que, en una sociedad capitalista, «no entender la cultura como un derecho es poco económico».
Lo ha explicado en una entrevista de Europa Press en Barcelona pocas semanas después de su presentación como nuevo asesor de Cultura, donde se incorpora como director del Programa temporal para asesorar en el campo patrimonial después de finalizar en enero de 2023 su etapa como director del Museo Reina Sofía de Madrid, cargo que ocupaba desde 2008.
El también exdirector del Museu d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) y de la Fundació Antoni Tàpies ha considerado que actualmente existe un cambio de época marcado por múltiples crisis, como la emergencia climática, los conflictos bélicos y la polarización de la política, que hacen que sea «fundamental que las instituciones culturales se replanteen a sí mismas».
«No es posible ni la resistencia ni el cambio sin un proceso instituyente, si no repiensas tus propias instituciones. Y eso, de algún modo, es mi encargo», ha defendido, remarcando que su objetivo como asesor es acompañar a los equipamientos de Catalunya en su transición de museos enciclopédicos a museos sociales y del siglo XXI, ha dicho.
Dar "voz" a quienes no la han tenido
Para Borja-Villel, que asesorará también la refundación del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), las instituciones tienen la obligación ética de creer que «este cambio de época debe servir para los que no han tenido voz tengan un lugar en la historia, y ahí Catalunya debería tener un papel para jugar».
En cuanto a proyectos, ha avanzado que trabaja en una exposición en la que le gustaría ahondar en cómo se plantea y explica la historia desde los museos, así como en una iniciativa junto al centro Santa Mònica, y que a finales de año o a inicios de 2024 confía en poder anunciar «dos o tres proyectos concretos».
Internacionalizar el arte catalán, entre sus metas
Entre sus metas también figura potenciar la internacionalización del arte catalán, una tarea que realizará desde el Institut Ramon Llull (IRL) y que pasa por cambiar la forma de producir conocimiento y por crear y consolidar puentes «que no necesariamente pasan por París, Londres o Nueva York», sino por otros lugares como Líbano, Túnez o Argelia.
Además, entre sus objetivos está replantear las formas de gobernanza de los museos y equipamientos de Catalunya, así como estudiar cómo deben ser «los museos ecológicos y de kilómetro cero» y abordar el fondo patrimonial catalán, que según él no solo debe conservarse, sino también ponerse al servicio de las generaciones futuras.
Nuevo talento y nuevos públicos
«El patrimonio es algo que haces para las generaciones futuras. Eso quiere decir ligar el patrimonio catalán a la producción y al fomento cultural y a la creatividad», ha explicado Borja-Villel, que también ha opinado que para conseguir internacionalizar el talento joven hay que primero favorecerlo con residencias y con relaciones bidireccionales.
Preguntado por cómo captar nuevos públicos, ha señalado la importancia de «empezar a trabajar con la multiplicidad de públicos, un proceso a largo plazo», y ha apostado por replantear los museos teniendo en cuenta a los usuarios, que según él no son elementos pasivos, sino una comunidad implicada a la que ha animado a interpelar y cuestionar a las instituciones.
Ecosistema cultural barcelonés
Si bien ha situado entre las amenazas del ecosistema cultural barcelonés el exceso de turismo y «las varias crisis en diversas instituciones, que tampoco ayudan», ha destacado que una de las fortalezas de ciudad es la pluralidad de equipamientos y su tradición cultural, que ha ejemplificado con la cultura 'underground' y contracultural de los años 70.
El nuevo asesor de la Conselleria de Cultura, que en la presentación del cargo aseguró que su objetivo también era aprender y desaprender, ha defendido la importancia de cuestionar y replantear lo establecido en el arte, un campo en el que, «como en la filosofía, las preguntas nunca se solucionan: simplemente sirven para entenderse mejor».