El laboratorio GOlab- Gamaser está aplicando una técnica microscópica de fluorescencia en una apuesta para detectar la presencia del protozoo parásito cryptosporidium --el mismo que obligó a cerrar fuentes del Parc Central este verano-- y «atajar ese problema antes de que llegue a la población», ya que puede ocasionar infecciones en el tracto gastrointestinal.
«Siempre apostamos por la prevención en lugar de tomar medidas correctivas y por eso hemos tomado esta línea de investigación», ha explicado el director de servicios en Global Omnium, Juan Francisco Maestre.
Maestre ha destacado que el laboratorio GOlab- Gamaser, ubicado en el Centro Tecnológico de Global Omnium en Paterna (Valencia), es el primer laboratorio privado acreditado por la Entidad Nacional de Acreditación en la detección del protozoo en el agua. «Ya nos están llamando de multitud de entidades para intentar detectar este protozoo o ver dónde se encuentra para intentar atajar ese problema» antes de que afecte a las personas, ha afirmado.
«En su día vimos que había un protozoo, cryptosporidium, que podía causar problemas y, si bien todavía no es un requisito medirlo en las aguas de manera rutinaria, sí que vimos que era muy interesante su detección porque produce efectos como la gastroenteritis en personas y no se estaba controlando», ha señalado el experto.
El director de servicios de Global Omnium ha expuesto que el cryptosporidium vive en el agua y que, con la sequía, «parece que tenga mayor densidad que anteriormente». Sin un buen sistema de desinfección, «este parásito puede llegar al agua potable» y producir casos de gastroenteritis «como ha sucedido en varios municipios», ha comentado.
En el caso del Parc Central de València, en julio de este año se cerraron preventivamente las fuentes por la presencia del protozoo parásito. «Se pudieron desinfectar las balsas a las que accedía al público. También se ha venido detectando incluso en la red de agua potable de algunos municipios», ha explicado.
«Siempre queremos detectar los problemas antes de que puedan llegar a la población. Se trata de un protozoo un poco desconocido, pero ahora, con esta metodología, podemos saber qué aguas pueden tenerlo».
Una técnica de fluorescencia
Por su parte, la responsable de desarrollo del departamento de microbiología de Global Omnium, Guadalupe Sastre, ha explicado el proceso de detección del cryptosporidium en el agua con una técnica microscópica de fluorescencia que llevan a cabo en el laboratorio GOlab - Gamaserm y permite obtener resultados en 48 a 72 horas.
«Se trata de un proceso bastante arduo para poder llegar a la visualización al microscopio y así evaluar y cuantificar el número de cryptosporidium en 100 litros de muestra de agua», ha señalado Sastre quien ha indicado la importancia de buscar el foco cuando se detecta un brote para evitar que «siga distribuyéndose el patógeno con el resto de la población».
Los investigadores pasan las muestras de 100 litros de agua por unos filtros que de tamaño más pequeño que el cryptosporidium. Después, a través de una serie de procesos de centrifugación, la muestra pasa a la siguiente etapa de inmuno captura, en la que se utilizan unas bolas esféricas de hierro con un anticuerpo en superficie que se une específicamente a los antígenos que presentan en su superficie los cryptosporidium.
Así, se consigue aislar únicamente al cryptosporidium. Después, con unos tintes con florocromo se pueden visualizar las células del células del cryptosporidium de color fluorescente.
Problemas de salud
La responsable de innovación del área de servicios de Global Omnium, Ester Méndez, ha detallado que el cryptosporidium es un protozoo parásito que está en el agua, y que cuando las personas lo ingieren, el tracto intestinal se infecta y genera diarreas y vómitos.
Méndez ha advertido de que si se infectan personas que están inmunodeprimidas o gente más mayor, con defensas un poco más débiles, «pueden tener algunas complicaciones derivadas». De hecho, ha apuntado que «hay una forma de la enfermedad que es la criptos por dosis respiratoria que se suele dar en este tipo de personas inmunodeprimidas», en la que el parásito «ya no solo el parásito estaría en el tracto gastrointestinal, sino que podría pasar al tracto respiratorio».
«Hasta que no hay un tratamiento adecuado para cortar la vía de trasmisión, el parásito permanece vivo», ha señalado Méndez. «Antes de que se exija en una normativa, nos informamos si hay una preocupación sanitaria para intentar adaptar nuestras técnicas en la identificación de este tipo de patógenos», ha indicado.
La presencia de este protozoo no se tiene que controlar de forma continua, sino cuando se dan otras condiciones en como la presencia de otra bacteria y turbidez del agua. «Intentamos adelantarnos siempre a estas situaciones antes de que en una normativa se nos exija que hay que identificar determinado patógeno», ha comentado, antes de añadir que así pueden estar «preparados» para ofrecer ayuda cuando las autoridades sanitarias tengan un problema de este tipo.