La Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón ha iniciado las obras de rehabilitación de la cubierta de la iglesia de Santo Tomás de Villanueva del antiguo Convento de los Agustinos de la Mantería, en la ciudad de Zaragoza.
El objetivo de los trabajos es reparar y eliminar las filtraciones para resolver los problemas de estanqueidad que sufre el templo en la actualidad y que están dañando las pinturas murales, obra de Claudio Coello. El Gobierno de Aragón garantiza así que el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) pueda acometer las obras de restauración necesarias en este enclave, ha explicado el Ejecutivo regional en una nota de prensa.
Según ha detallado, en un primer momento, la Dirección General de Patrimonio Cultural va a proceder a la colocación de una serie de líneas de vida y ganchos de sujeción para acometer la rehabilitación de estructura metálica de refuerzo de cimborrio octogonal y la limpieza y retejado de cubierta. Para ello, se ha destinado un presupuesto de 60.179,30 euros.
Estas actuaciones tienen carácter previo a las que ejecutará el IPCE para reparar las pinturas murales de Claudio Coello que decoran el interior de la iglesia, merced al protocolo suscrito entre el Departamento de Educación, Cultura y Deporte y el Ministerio de Educación y Deporte durante la visita que el ministro Miquel Iceta realizó a Zaragoza el pasado mes de marzo.
Estos trabajos, con un presupuesto estimado de unos dos millones de euros, irán encaminados a detener los procesos de deterioro de las pinturas murales, consolidar tanto los morteros, como la capa pictórica y recuperar el valor artístico del conjunto pictórico para la ciudadanía, usando unos criterios estrictos de mínima intervención y respeto absoluto al original.
Previamente, el Gobierno de Aragón, en colaboración con Ibercaja, ya financió unas obras de consolidación, que finalizaron en 2010.
Iglesia de la mantería
Esta edificación fue declarada Bien de Interés Cultural por Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de 4 de enero de 1946, con el nombre de Iglesia de Santo Tomás de Villanueva del antiguo Convento de los Agustinos de la Mantería, declaración que fue completada mediante Orden, de 20 de diciembre de 2001, del Departamento de Turismo y Cultura del Gobierno de Aragón.
La Mantería está considerada como uno de los más interesantes ejemplos de la arquitectura barroca en Aragón, de gusto italianizante en su composición, aunque sin abandonar la tradición constructiva local en ladrillo, han apuntado desde el Gobierno de Aragón.
Alberga, además, uno de los conjuntos murales más importantes del barroco de finales del siglo XVII realizados por el excelente pintor madrileño Claudio Coello y su discípulo Sebastián Muñoz al estilo de los cuadraturistas italianos. Coello fue pintor de Corte, así como uno de los más destacados fresquistas del siglo XVII.
En 2021, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón encargó un estudio de diagnóstico estructural del edificio, requisito imprescindible para la realización de la restauración del conjunto pictórico mural.
Además, técnicos del IPCE han visitado en varias ocasiones el enclave para poder establecer las obras de restauración que requiere el conjunto pictórico mural.
Mientras el Gobierno aragonés actúa para garantizar la situación óptima mediante la colocación de canaleras y otros sistemas para evitar los daños de las humedades, el IPCE podrá desarrollar los estudios previos de las pinturas, necesarios para llevar a cabo la restauración.
Gremio de los manteros
La iglesia de Santo Tomás de Villanueva del antiguo convento de agustinos de la Mantería, conocida como la Capilla Sixtina barroca de Zaragoza por sus pinturas murales pintadas por Claudio Coello entre 1683 y 1684, pertenecía al monasterio de Santo Tomás de Villanueva, siendo el único resto de aquel complejo monástico fundado en el siglo XVII y regido por los frailes agustinos observantes.
El nombre de la iglesia se debe a que, durante siglos, en el entorno de la misma se agrupaba el gremio de los manteros. Desde 1833, el templo forma parte de las escuelas de las Madres Escolapias.
El conjunto de pintura mural al fresco, atribuido al pintor Claudio Coello (Madrid, 1642-1693), es sin lugar a dudas el elemento más destacado del templo y constituye por sus grandes dimensiones, su interesante iconografía y sobre todo su elevada calidad técnica un conjunto excepcional de relevancia nacional.
Técnicamente, la decoración mural se ejecutó al fresco con acabados a seco. Es decir, sobre un soporte de ladrillo, posteriormente enfoscado con mortero de yeso, se pintaron los motivos al fresco y se aplicaron los acabados a seco.
La técnica se confirma por la localización de las sucesivas tareas o jornadas, término con el que se designa al espacio que podía pintar el artista en una sesión de trabajo y que normalmente correspondía a un día, tiempo durante el que el mortero se mantenía fresco y no había iniciado su proceso de carbonatación definitiva.
Por ejemplo, la cúpula de la Epístola, que presenta un área total de 50 metros cuadrados, está formada por veinte jornadas de aproximadamente 2,5 metros cuadrados cada una aplicadas de arriba hacia abajo.
800m2 de superficie policromada
Actualmente, se estima que se conservan aproximadamente unos 800 metros cuadrados de superficie policromada, de los cuales, unos 300 corresponderían a la cúpula central con su tambor, sus machones y sus arcos torales, mientras que el resto de las cúpulas con sus correspondientes pechinas y arcos contendrían unos cien metros cuadrados de pintura cada una.
Se trata de un conjunto monumental caracterizado por su colorido y luminosidad, que se encuadra dentro del denominado estilo barroco decorativo o de ficción, surgido en Italia en 1636 con la realización del techo pintado del salón del palacio Barberini de Roma por Pietro da Cortona, prolongándose su vigencia como estilo hasta el siglo XVIII. Pintores como Giovanni Battista Gaulli, Andrea Pozzo o Lucca Giordano son sus máximos exponentes.
Por otro lado, iconográficamente el conjunto representa a diversos personajes --santos, ángeles, virtudes--, enmarcados por arquitecturas fingidas, balaustradas, cortinajes, cartelas, guirnaldas y otros elementos propios del citado estilo barroco decorativo, así como diversas figuras alegóricas tanto de Cristo como de la Virgen, todo ello dentro de un programa claramente contrarreformista, acompañado de inscripciones aclaratorias e inspirado en gran parte en la iconografía de Cesare Ripa.