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Un tesoro aún por descubrir

Temas cotidianos bajo una visión diferente

una Ophrys balearica, del tamaño mucho más pequeño que un dedo. | J.P.E. y L.C.

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Las orquídeas u orquidáceas (Orchidaceae) son una familia de plantas que se distinguen por el colorido y complejidad de sus flores y por sus curiosas interacciones con sus agentes polinizadores. Según los expertos hay catalogadas unas 25.000 especies en todo el mundo y quizás otros 60.000 híbridos y variedades producidas por los horticultores. De ellas, 25 se encuentran sólo en los campos de Eivissa y otras 15 en los de Formentera.
Algo que pasa desapercibido para una amplia mayoría de los habitantes y turistas de las Pitiüses. Sin embargo, poco a poco, también son más las personas que se sienten atraídos por ellas, sobre todo a nivel fotográfico, ya que ofrecen estampas verdaderamente espectaculares. «Las orquídeas tienen una diversidad de colores y unas texturas únicas que permiten a cualquiera que tenga un buen equipo conseguir una fotografía preciosa para colgar en una habitación o en el salón de su casa», asegura el ibicenco Jordi Serapio, uno de los pioneros en fotografiar estas plantas en Eivissa.

Otro de los referentes en la Isla es el también pitiuso Juan Pérez Escribano. Sólo en su blog www.ibizaapiedefoto.com tiene recogidas unas 400 fotografías desde que hace diez años y «por amor a esta tierra», comenzó a retratar cada rincón de la Isla con su cámara de fotos. «Yo no soy ningún biólogo especializado ni ningún fotógrafo profesional sino sólo una persona que al principio no distinguía una amapola de un geranio pero que acabó fascinado por el embrujo que desprenden las orquídeas en muchas de las personas que se cruzan con ellas por primera vez», explica a Ultima Hora.

Las más comunes
Las especies más comunes de Eivissa son la Ophrys fusca, la Ophrys speculum y la Anacamptis pyramidalis.
La primera es conocida en catalán como mosques negres, florece en marzo, abril y mayo, y se reconoce porque su labelo o labio central es peludo y oscuro en la mitad terminal, mientras que la parte más interna está cubierta por una mancha gris o azulada.

Por su parte, la Orphrys speculum es conocida como mosques blaves, Sabatetes del Bon Jesús o Espejo de Venus. Florece durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo en prados secos y matorrales y se distingue por tener un labelo o labio central con una gran mancha azul muy brillante y con forma de lengua que está rodeado por un margen de color marrón.

Finalmente, la Anacamptis pyramidalis, conocida popularmente como Barreret u Orquídea piramidal, tiene su principal época de floración en mayo, junio y julio. Es fácil de encontrar en prados, lugares herbosos, llanos, montañas, garrigas y pinares y se identifica rápidamente porque en la parte de arriba del pedúnculo, la ramita que sostiene la flor, desarrolla una inflorescencia cónica, llena de flores purpurinas o blanquecinas, que la hacen destacar entre los arbustos, y porque sus flores tienen un pétalo central con tres lóbulos más o menos de la misma medida y un largo espolón que sale hacia abajo.

Punto de partida
Tanto Pérez Escribano como Serapio coinciden en resaltar «que es de ley» reconocer el papel que ha jugado en la investigación y difusión de las especies endémicas pitiusas de orquídeas Néstor Torres. «Este residente en Eivissa, que se define como investigador de la naturaleza, es posiblemente uno de los que más ha estudiado estas plantas en las Pitiüses, participando en varios libros, entre ellos, Ibiza, Un paraíso natural desconocido, escrito por el alemán Hans Giffhorn, profesor de la universidad de Gottingen en los años 80 y que ahora es muy difícil de conseguir», asegura Pérez Escribano.
Jordi Serapio también lo considera un libro «imprescindible para todo aquel que quiera saber más sobre las especies de orquídeas que hay en Eivissa tal y como hice yo cuando hace unos años comencé con una exhaustiva investigación para conocer sus características principales y, sobre todo, su época de floración específica para poder retratarlas».

En dicha publicación, Néstor Torres definía a las Pitiüses «como un paraíso para los amantes de las orquídeas porque las dos islas ofrecen las mejores condiciones para su desarrollo al estar formadas en gran parte de capas de piedra calcárea procedentes de plegamientos del fondo del mar».
Así, gracias a este libro, a la documentación que se puede conseguir a través del Herbari Virtual de la Universidad de les Illes Balears (www.herbarivirtual.uib.es) y de su propia experiencia ambos han conseguido identificar unas 25 especies endémicas aunque, según Pérez Escribano, «algunas únicamente han podido ser fotografiadas una vez». «Son plantas muy resistentes que se dan prácticamente todo el año y que crecen de norte a sur y de este a oeste, en cualquier lugar donde hay vegetación, prados, matorrales, bosques, torrentes o caminos, pero hay algunas más vergonzosas que otras», bromea.

El peligro de las orquídeas
Sin embargo, el propio Néstor Torres ya alertaba en los años ochenta del peligro que corrían las propias orquídeas. «¡La mayor parte de estas plantas no están amenazadas por los amantes de las flores sino por la ignorancia. el afán de ganancias, la indiferencia, la construcción incontrolada y la agricultura intensiva».
Por ello, tanto Pérez Escribano como Serapio son algo reacios a dar las indicaciones exactas de dónde se pueden encontrar las más bellas orquídeas. «Desgraciadamente se va con muy poco cuidado y la gente no se preocupa por lo que tienen a su alrededor y destrozan otras orquídeas más bonitas solo por conseguir la fotografía más bella», explica el propio Juan Pérez Escribano.

«Cuando hago talleres de fotografía de orquídeas lo primero en lo que hago hincapié es en que se aplique el sentido común a la hora de retratar la flor para no dañar el entorno ni la propia planta que fotografiamos, intentando acabar mantener una especie de código ético para que se respete la naturaleza», concluye Serapio.

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