Autores: Albert Orfila, Carlos Montes de Oca, Fernando Fernández, Miquel Alzamora, Carlos Róman, Tolo Jaume, Juan Pedro Martínez y Miguel Vidal.
La temporada 1947-1948 fue un auténtico caos y volvió a haber un cambio de presidente. Félix Pons Marqués asumió el mando como presidente del Mallorca los años 1946 y 1947. El equipo bermellón militaba en Segunda División y su once más habitual aquella temporada estaba formado por Pío o Bennàssar; Tamayo, Picas; Grech, Rovira, Pueyo; Montalvo, García Díaz, Mijares, Iturbe y Pocoví. Finalizó la temporada en quinto lugar y Montalvo, uno de los jugadores más destacados de aquel equipo, fue traspasado al Real Madrid por cincuenta mil pesetas.
Félix Pons Marqués fue una de las personalidades más relevantes de aquella época. Durante la II República (1932-1933) fue concejal por el Partido Regionalista en el Ayuntamiento de Palma y en 1962 el General Franco le desterró a Lanzarote por haber participado en una reunión del Movimiento Europeo que aquí denominaron el ‘Conturbenio de Múnich’.
Casado con María José Irazazábal Hevia fue padre de seis hijos. El mayor de ellos, Félix Pons Irazazábal, fue presidente del Congreso de los Diputados, y otro de sus hijos, Josep Pons Irazazábal, embajador de España y posteriormente fue presidente del RCD Mallorca en el verano de 2010. Es el primer caso en la centenaria historia del Mallorca en la que un padre y su hijo hayan presidido la entidad.
Real Club Deportivo Mallorca
Le sustituyó Joaquín Fuster de Puigdorfila, Conde de Olocau, que recuperó para el Mallorca el nombre de Real, pasándose a llamar desde aquel junio de 1947 Real Club Deportivo Mallorca, pero no pudo impedir que el equipo bajara a Tercera.
Mientras tanto, Cristóbal Martí había vuelto a hacerse cargo de la preparación técnica del equipo y gracias a él se consiguió, por las buenas relaciones que mantenía en Barcelona, que el RCD Espanyol cediera a su defensa internacional Ricardo Teruel, que había sufrido una grave crisis nerviosa que le había mermado facultades pero que no le impedían la práctica del fútbol.
El Conde de Olocau, aunque estuvo poco tiempo, apenas cuatro temporadas incompletas, fue un buen presidente, que tuvo aciertos en varios de los fichajes que acometió, como el del meta Pedro Caldentey, de Sant Llorenç des Cardassar, y el ariete Antonio Morro, de Mancor de la Vall, a los que el Mallorca catapultó al éxito en Primera, en las filas del Barça, Oviedo y el Mallorca, el primero, y en el Valladolid y Las Palmas, el segundo, y también algunos desaciertos en la política económica, que a pesar de su buena voluntad no pudo cercenar una crisis que a finales de ese año le obligaba a dimitir de su cargo.