Lo primero que quiero destacar es que el 2024 ha sido un año positivo para el sector con un aumento de la actividad en construcción y una significativa recuperación de la obra pública, después del desplome sufrido en 2023. La inversión en obra privada subió un 10% mientras que la licitación creció un 57%. Nuestros empresarios y trabajadores están demostrando un gran esfuerzo y profesionalidad en sacar los proyectos adelante a pesar de las dificultades para encontrar mano de obra cualificada. Este es el principal reto que tenemos en la actualidad y al que me referiré más adelante.
Me alegra poder decir que el incremento de actividad en obra privada fue positivo en todas las islas. En las Pitiüses, el aumento fue del 14% impulsado por las obras de reforma en el sector turístico que crecieron un 265%, aunque la inversión en vivienda cayó un 7%. En Mallorca, se registró una subida del 10% gracias al aumento en unidades y presupuesto destinado a vivienda, mientras que, en Menorca, la subida fue del 3,7%, también impulsada por el sector residencial.
En obra pública, el aumento de la licitación por parte de las administraciones ha sido una noticia positiva en beneficio de todos. En la administración local, destaca el volumen de licitación del Ayuntamiento de Santa Eulària en Eivissa, superando por sí solo al Consell Insular de la isla y al Consell de Mallorca y de Menorca juntos. Merece una reflexión.
Pero quiero matizar que, si a la cifra de 762 millones de euros licitados en Balears le restamos las obras que quedaron desiertas, las que hubo un desistimiento de la administración y las anuladas, la cifra quedaría en 648 millones, 114 millones menos. Esa sería la cifra real.
Y es que nuestro primer informe de Obras Desiertas, que ha tenido como referencia el 2024, ha demostrado que se sigue manteniendo esta tendencia negativa. 88 licitaciones donde no se presentó ninguna empresa por valor de 81 millones de euros al haber salido los proyectos, en la mayoría de ocasiones, sin los precios actualizados como exige la ley. Un estudio que también nos ha confirmado que cuando estas licitaciones han salido a precios de mercado, si se han adjudicado. Por cierto, el aumento de presupuesto en algunos proyectos alcanzó un 30 o un 40% más, lo que demuestra lo desfasado que estaban cuando salieron a concurso.
La solución sería fácil: volver al modelo de contratación pública anterior a 2015 donde existía un mecanismo de estabilización de los contratos, como la revisión de precios. Un modelo que recogía fidedignamente los sobrecostes y las rebajas de precios de materiales y energía.
En ocupación, superamos los 61 mil trabajadores de media. Sin embargo, seguimos con un grave problema para encontrar mano de obra cualificada. Hay 3.500 parados en el sector que con la colaboración con el SOIB debemos recalificar e incorporar a las empresas. Además, tenemos el instrumento para hacer esto posible, la Fundación Laboral de la Construcción. Por otra parte, hago un llamamiento a la mujer y los jóvenes. Les necesitamos, somos un sector sin género que en la actualidad ofrece garantías laborales y estabilidad.
Quiero que mis últimas reflexiones sean para el problema de la emergencia habitacional, aunque los constructores ni proyectamos ni vendemos viviendas, solo las construimos. En el 2024 ha vuelto a ser muy difícil sacar vivienda asequible al mercado por la escasez de suelo, su coste y el aumento de precio de los materiales de construcción, un 32% desde la pandemia. Se han hecho leyes y decretos que recogen muchas de las medidas que desde hace años demandamos para poder sacar al mercado vivienda a precio limitado y VPO. Deseamos que todas las previsiones anunciadas de nuevas viviendas se hagan realidad. Para ello, pedimos a los partidos políticos en el Parlamento, en los Consells y en los ayuntamientos, dejar las ideologías a un lado y establecer un gran pacto de estado en esta materia a largo plazo. Es la única solución.