Premios a la vivienda

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Me parece que la cuestión de la vivienda, en Balears (y en muchos otros lugares), se ha convertido en la cuestión central para una parte importante de las personas que habitan aquí. La felicidad consiste en poder tener un techo.

Vamos a darle contexto. Creo que el pecado original está en el poderío que tiene internet para difundir información y posibilitar transacciones económicas «seguras» entre desconocidos. Internet ha convertido todos los centros de las ciudades en destinos turísticos. Ha multiplicado los visitantes, que a su vez, han expulsado a los residentes de esas áreas, produciendo la «gentrificación».

Las low cost, que gracias también a Internet han reducido sus costes operativos, han llevado nuevos clientes con precios muy baratos, se ha multiplicado la demanda. Para colmo, los clientes, nuevos y antiguos, son ahora entusiastas de las redes sociales, y se tienen que hacer una foto en cada rincón del destino para que todo el mundo sepa dónde han estado, y lo bien que lo han pasado.

El resultado es más gente, que viaja más veces al año, y que se mueve más en el destino, y por lo tanto resulta más visible al residente local. Antes de internet, el cliente estaba en su área, no se movía por el destino y por tanto no interfería con la vida del residente. Me temo que la nueva manera de funcionar ha venido para quedarse, y por tanto toca adaptarse a ello.

En destinos pequeños, agravado si es isla, territorio acotado dónde los haya, el «centro turístico» equivale a todo el territorio. Tanto en Eivissa como en Formentera, todo es colonizable por el visitante.
Y aquí estamos con una escasez de vivienda que ha disparado su precio, y convierte su búsqueda en un desafío vital para muchos. Algunos se rinden y se van de las islas. Otros aceptan pagar su precio, muy a su pesar.

¿Soluciones? Hay varias medidas. La primera es la eliminación de la oferta ilegal, que en el caso de Eivissa parece ir muy bien encaminada, con las autoridades sincronizadas para su erradicación. La segunda es conseguir un mercado de la vivienda eficiente. Para ello necesitamos que los propietarios de viviendas, todos ellos, vuelvan a confiar en el sistema. En este sentido las fotos que hemos visto de la policía en Sant Antoni, «escoltando» al okupa reciente de una casa son fotos que ridiculizan el sistema. Es el mundo al revés. Las fotos y la noticia, hacen regresar el pesimismo. Y la tercera medida es construir vivienda pública «asequible» que se consiga poner a disposición, vía venta o vía alquiler, a la población residente estable en Eivissa y Formentera. Creo que esto tiene sus dificultades y restricciones, pero el libre mercado no proporcionará estas viviendas.

Quienes se dedican profesionalmente a la promoción y construcción de edificaciones saben de las dificultades, esperas, trámites farragosos que hay que sobrepasar para obtener una licencia. Es otro aspecto a solucionar, y no menor. Conseguir una simplificación real de la administración en este ámbito es otro obstáculo a remover para conseguir más viviendas en menos tiempo. En este asunto soy muy, muy pesimista. Cada simplificación que he conocido, ha supuesto una complicación más. Todos son cábalas, normas transitorias, interpretables, pendiente del resultado de un pleito, en fin, un calvario.
Practicando la arqueología virtual, he podido leer en la web una comunicación del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible sobre el premio dado a un proyecto («Reinterpretando Eivissa») que incluía en aquel entonces 400 viviendas. ¿La fecha?: 18 de Marzo de 2011. ¿Lugar? Can Escandell. Catorce años después todo sigue igual, haciendo papeles.

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