Tras posar con la Copa de los Mosqueteros en el puente de Alejandro III sobre el Sena, Rafael Nadal regresó al Hotel Intercontinental para hacer las maletas y volver a casa con su decimocuarto Roland Garros en el equipaje. Su cojera es notoria y se despide de París sometiéndose a encuentros con los medios desplazados a París, entre ellos Ultima Hora. Comparte sus sensaciones tras otro éxito en tierras francesas y antes de iniciar un tratamiento que le permita minimizar el dolor del pie que le martillea la cabeza. Atiende con la pierna estirada y menos cansado que en otras ocasiones, lo hace con la satisfacción de haber completado un gran torneo a nivel tenístico y mental y con el objetivo de ir a por más si la salud se lo permite. Deja claro que quiere seguir jugando y resta dramatismo tanto a sus sacrificios para intentar ganar como a qué hará si tiene que colgar la raqueta.
¿Cómo se siente el día después?
— Físicamente estoy muy bien. Sorprendentemente después del nulo entrenamiento y de haber jugado partidos de más de cuatro horas a nivel corporal me he encontrado bien, sin agujetas. Eso sí, me dolía el pie. Cuando se despierta y, tras dos semanas tomando muchos antiinflamatorios y analgésicos cada seis horas, es complicado.
Ganó en 2005 con 19 y ha vuelto a ganar en 2022 con 36 ¿Qué le dice esto?
— Que han pasado muchos años -risas- y que he conseguido contra mis propios pronósticos tener una carrera tan larga. Creo que dentro de todo lo que ha ido sucediendo se ha mantenido la ilusión y la determinación y siempre he tenido gente al lado que me ha ayudado.
Es imposible que alguien iguale sus 14 victorias aquí…
— Parece imposible, pero no lo es. Es muy difícil y soy realista de todo lo que se tiene que dar para que suceda. Si lo he hecho yo se podrá repetir, no seré yo un superelegido.
-¿Ha cambiado mucho el tenis?
— Todo ha cambiado. Se juega más rápido y hay que adaptarse. Antes se jugaba un tenis más clásico de tierra, más como el de Casper (Ruud) y ahora hay menos jugadores de este tipo. Ni siquiera yo, pero es que en general las cosas evolucionan. Me he ido adaptando. Este año, por ejemplo, cambié el cordaje y el peso de la raqueta, a la que le puse más plomo en la cabeza para ganar potencia. Lo raro es que cambié a la antigua dos días antes del torneo para jugar en tierra. Ahora volveré a la nueva, pero sentí que no tenía la misma sensación de control. Tengo que agradecer el esfuerzo que hizo Babolat para preparar la raqueta en tan poco tiempo. Hay que adaptarse a las circunstancias que van pasando.
Para no hablar de su situación física ¿Qué le gusta destacar de este Roland Garros?
— El nivel tenístico tiene un valor importante porque he ganado a gente muy buena y también el nivel mental. Para mi satisfacción personal valoro más lo mental. He sabido dejar de lado todo el tema de las infiltraciones. Después de lo vivido tras Indian Wells con la costilla, que en Roma me quedé cojo y que muchos días no he podido entrenar, sabía que iba a poder jugar con el pie dormido, pero tenía que dejar de lado todo esto y centrarme en el tenis. Llegar a jugar al nivel que lo he hecho es que mentalmente estaba preparado para asumir el reto y eso es lo que más valoro.
¿Fue su victoria ante Djokovic el partido en el que mejor ha jugado contra él?
— Quizás a nivel tenístico la final de 2020 fue mejor, pero este partido fue más emocionante por el resultado, posiblemente de los más emocionantes. Estaba jugando muy bien, pero no pude mantenerlo porque me faltaba bagaje. No haber hecho una temporada de tierra normal te genera más dudas por momentos, porque mantener la intensidad y el nivel es un hábito. Para mí este último partido tiene el valor añadido que en el tercero tuve la determinación de volver a jugar agresivo después de haber tenido dificultades en el segundo.
¿Tener el pie anestesiado le hace jugar de memoria?
— Me hacen un bloqueo a distancia de los nervios sensitivos, pero no se puede dormir el motor y puedo ganar el torneo porque puedo moverme, si no es imposible. Paso de ir cojo a jugar sin dolor. Tienes el control del tobillo, menos, pero lo sigues controlando lo necesario para poder competir. Controlo el pie, pero no tengo sensibilidad. No es algo matemático porque se duerme una zona un poco más u otra menos y en la final tenía los dedos dormidos. La sensación fue peor. Es algo que no se puede alargar en el tiempo.
¿Cuánto tiempo dura la anestesia?
— Siete u ocho horas.
¿Es doloroso?
— Duele lo que duele el pinchazo de una aguja. Es soportable porque si no no lo habría hecho, pero hacerlo 20 minutos antes de saltar a la pista…
¿Le da miedo?
— Los pinchazos ya no. Estoy acostumbrado y tengo confianza en la gente que tengo al lado.
¿Pero mañana puede irse con el barco o hacer las cosas que le gustan?
— El año pasado estuve dos semanas y media cojo después de Roland Garros. Cuando salí del partido con Novak no podía ni bajar escaleras, pero cuando dejas de jugar un tiempo deja de doler. Dejo de jugar tras perder en Washington y un mes y medio después no es un problema para mi vida diaria. Molesta, pero llega el momento en el que deja de doler.
¿Cómo imagina su vida futura?
— Igual que la he vivido bastantes veces cuando he tenido que estar fuera de las pistas por lesión. Siempre he sido feliz fuera del tenis y no tengo ningún miedo a mi vida después del tenis. Siempre tendré muchas cosas que me hacen feliz. Tengo lo que tengo y si quiero me voy a poder quitar el dolor de manera bastante definitiva, lo que pasa que para lograrlo hay que hacer una operación que te fija el pie y fijándome el pie se acabó competir al máximo nivel.
¿Qué garantías le da el nuevo tratamiento? ¿Es optimista?
— Sin ser optimista no lo haría, pero no se sabe. El objetivo es que con la radiofrecuencia pulsátil se consiga la sensación que tengo cuando juego y mantenerla de forma permanente. Si funciona se quitará la sensibilidad de la parte superior del pie. Lo bueno es que se ha visto que con bloqueos a distancia puedo jugar. Si funciona, dejando el nervio tocado, no se soluciona el dolor, pero sí poder seguir jugando, que es el objetivo. Me he acostumbrado a ir paso a paso y veremos cómo va.
Ha ganado en Australia y Roland Garros ¿Es una locura pensar en ganar el Grand Slam?
— Sí y más así como estamos. Aun estando perfectos nadie lo ha logrado desde Rod Laver y Novak (Djokovic) fue el que tuvo más cerca el año pasado. Más que ganar firmaría poder jugar los cuatro.
El parchís también es una terapia
— Depende del día porque tengo que aguantar a Marc (López) que no tiene ni idea (risas). Te pasas una hora y media o dos sin darte cuenta. Es una manera de soltar las maquinitas y estar con el equipo sin estar pendiente del móvil antes de un partido o en el aeropuerto. Tenemos una competición entre nosotros e iba primero, pero no sé si me ha pasado mi padre. Nos reímos y distraemos.
Un equipo cada vez más amplio que en muchos casos ya son íntimos…
— Tengo casi el mismo equipo de toda la vida. Toni se fue y tal vez no está en el día a día, pero hablo con él a diario tanto de tenis como de cosas al margen del tenis. Estoy con gente cercana, íntimos amigos. Marc (López), que ha sido el último en incorporarse, no estaba pero como si estuviera porque estábamos mil veces juntos. Me ayuda a nivel de entrenador y de entrenos porque tiene un gran nivel tenístico y me permite trabajar cosas específicas. Sí, es un equipo grande, pero no sólo por mis necesidades, también por las suyas porque tienen familia y no pueden estar viajando constantemente.