Instalado en la ciudad tejana de Fort Worth, a media hora en coche de Dallas, Pedro Vives (Palma, 13-4-2001) da sus primeros pasos en la vía norteamericana que ha elegido para alcanzar la élite del tenis. Tras afianzar su progresión en la Rafa Nadal Academy durante los últimos cuatro años, quiere seguir avanzando hacia el campo profesional y lo hará en el equipo de la Texas Christian University (TCU) sin descuidar los estudios y asimilando un nuevo modelo. La decisión de hacer las maletas a finales de agosto se basó en la posibilidad de compatibilizar la formación con la preparación y disponer de una beca que permita sostener la importante inversión que exige el tenis llegados a estos niveles. «No sé como agradecer todo lo que me permitió hacer la Rafa Nadal Academy y no sé cómo devolvérselo, ahora tengo esta oportunidad que afronto con ilusión», explica Pedro Vives, que cursa el segundo año de Economics -una carrera homóloga a la de Administración y Dirección de Empresas-.
El cambio no ha sido especialmente drástico en las pistas y lo que más le está costando es la adaptación a la presencialidad y las dinámicas de las clases después de estar habituado a la formación a distancia. Reconoce que esperaba «más diferencia» en el entrenamiento, para el que dispone de un amplio grupo de profesionales que guía su preparación. «Más allá del cambio cultural y de mentalidad, quizás lo más distinto sería que se compite de forma un tanto diferente e incluso en los entrenamientos se insiste mucho en ser agresivo», explica. «Tengo una idea clara de terminar la carrera e intentar ser profesional», resume el mallorquín, que estuvo en el top 20 mundial de jugadores sub 18 y actualmente figura en el puesto 722 del ránking ATP. «Estoy acumulando una buena experiencia y haciendo lo que más me gusta aunque ahora no esté compitiendo tanto», relata sin perder de vista que en unos meses su agenda se plagará de compromisos.
Su andadura individual ya ha dado sus primeros resultados positivos. Alcanzó los cuartos de final de un Future en Arkansas y se proclamó campeón de dobles del Campeonato de Texas, lo que le llevó a disputar los Nationals en San Diego, donde se quedó a las puertas de la final. Hasta enero no empezará a jugar como integrante del equipo de la TCU y probará un sistema de competición como si de una liga regular se tratara contra otras universidades en la National Collegiate Athletic Association (NCAA). El modelo de deporte universitario estadounidense le ha impresionado. «Desde fuera uno se hace una idea, pero no se ve la verdadera dimensión hasta que estás dentro. Es increíble la cantidad de recursos que se destinan y el nivel profesional que se la da al deporte», comenta. Actualmente comparte alojamiento con otros tres de los ocho jugadores que forman el equipo de tenis de la TCU, que como el resto de conjuntos de la universidad reciben el nombre de horned frogs -una especie de ranas con cuernos en castellano llamados escuerzos-. El equipo de tenis ocupa la quinta posición en el ránking del país y es uno de los más potentes de la universidad junto a los de béisbol y fútbol femenino, aunque las mayores cotas de popularidad se las llevan el fútbol americano o baloncesto.