Roland Garros sitúa este viernes (15:00/Eurosport) a Rafael Nadal ante su último verdugo, Diego Schwartzman, en un duelo en el que está en juego una plaza para la final del domingo en la que el rey de la tierra aspira a lograr su decimotercer entorchado en París y su vigésimo grande.
Otra cita con la historia aguarda al mallorquín, pero un año y un torneo tan atípico como incierto invitan a no adelantar acontecimientos. Todo se reduce hoy para procurarse una nueva oportunidad de engrandecer la leyenda. Por ley de vida Nadal sabe que cada vez son menos las oportunidades de las que dispondrá para aumentar su colección de torneos de Grand Slam y su último encuentro con su rival de esta tarde le obligan a dar el paso adelante al que exige la penúltima ronda del torneo que ha dominado con mano de hierro desde su debut en 2005.
La derrota a manos del argentino en la antesala del Grand Slam francés aún está reciente. Schwartzman sacó a relucir todo su potencial sobre la arena del Foro Itálico y apartó de los cuartos de final del Masters 1,000 de Roma al balear, que se mostró errático y condicionado por el letargo en la competición motivado por la pandemia del coronavirus. Sin duda, se trata de una clara advertencia de la amenaza que representa ‘el Peque', que hace dos años ya tuvo contra las cuerdas al doce veces campeón de la Copa de los Mosqueteros en el mismo escenario de la Philippe Chatrier. En aquella ocasión la lluvia se alió con el mallorquín, que acabó marcando las diferencias para terminar alzándose con otro Roland Garros.
Batalla
Ahí puede estar una porción importante de la batalla mental que se librará sobre la arcilla gala. Tampoco se puede obviar que las otras nueves veces que Nadal y Schwartzman se vieron las caras sobre una pista de tenis siempre salió airoso el mallorquín, que también cuenta con la ventaja psicológica de dominar su balance de enfrentamientos y, sobre todo, de dominar el torneo en el que se ha convertido en mito viviente. Los cien partidos que ha disputado el zurdo de Manacor sobre la tierra parisina, con un saldo de 98 victorias y sólo dos derrotas, acreditan su hegemonía e infunden respeto cualquiera.
En el apartado de la experiencia, que también tiene su peso específico en estas lides, se impone Nadal, que vive su duodécima final en Roland Garros y la 34ª en un torneo del Grand Slam. Para Schwartzman es la primera vez en estas instancias de un grande, aunque también es cierto que a sus 28 años de edad ya cuenta con poso suficiente para tratar de minimizar el impacto que puede suponer toparse con el rey de la tierra batida jugando en su casa, donde maneja los espacios como nadie e incluso lidia mejor con las rachas de viento.
Puestos a comparar las prestaciones de uno y otro a día de este viernes cabe destacar que el argentino llega a la cita en uno de los mejores momentos de su carrera. No sólo disputó su primera final de Masters 1.000 en el anterior torneo de Roma, sino que en París ha accedido a las semifinales dejando en la cuneta al flamante campeón del US Open y finalista de la pasada edición de Roland Garros, Dominic Thiem, que se presentaba como el encargado de hacer tambalear la supremacía del manacorí.
Nadal, por su parte, ha tenido un avance cómodo en el Bosque de Bolonia, donde ha despachado a un buen puñado de debutantes sin ceder un set y con una trayectoria al alza pese a alternar luces y sombras en su última puesta en escena ante Sinner. Las dificultades vividas ante el italiano se convirtieron en el primer test de envergadura que tuvo que pasar para alimentar su competitividad.
Las condiciones en las que se está desarrollando Roland Garros con frío, humedad y sin el sol de principios de junio también suponen otro elemento que poner en la balanza. Una pista más pesada en la que la bola, más dura que en el pasado, bota menos, son aspectos que sonríen al argentino, que desde sus 170 centímetros de altura, podrá defenderse mejor de los ataques de Nadal.
Sin embargo, la capacidad de adaptación del balear, su determinación y la progresión que siempre ha demostrado en los grandes yendo de menos a más refuerzan su candidatura. Ha esquivado las excusas para ofrecer un nivel adecuado a cada ronda y, salvo contratiempos de última hora, se prevé que hoy vuelva a elevar el nivel para ofrecer una respuesta a la altura de las circunstancias.
Semifinales
Si Nadal y Schwartzman abrirán la acción en la Philippe-Chatrier, con la climatología otoñal de la capital francesa también en el punto de mira, posteriormente será el turno de Djokovic y Tsitsipas en la segunda semifinal.
El serbio, primer cabeza de serie, parte como favorito ante el griego, quinto, pese a las dudas sobre sus dolores en el cuello que ya arrastró ante Pablo Carreño en cuartos de final. El de Belgrado se sobrepuso ante el asturiano, aunque este le arrebató el único set que ha perdido camino hacia su regreso cuatro años después a la final de este ‘Grand Slam' y proseguir con su casi impecable racha en 2020 (36-1).
Enfrente, un Tsitsipas que desde que sufriese en su estreno ante el mallorquín Jaume Munar, ha ido elevando su nivel de juego y que llega al alza tras deshacerse con autoridad del ruso Andry Rublev y clasificarse para sus segundas semifinales en un ‘grande' tras las logradas en Australia en 2019. ‘Nole', que más allá de su descalificación en el US Open está firmando un 2020 inmaculado, domina el enfrentamiento particular 3-2, con victoria en su único duelo en tierra batida, en la final del año pasado en el Masters 1000 de Madrid por 6-3 y 6-4.
«Lo de Roma fue un toque de atención»
Carlos Moyà, entrenador de Rafael Nadal, aseguró que Diego Schwartzman «ha dado un salto mental» que le lleva a no dudar en los momentos clave del partido. «Siempre ha sido un rival al que Rafa ha respetado mucho. Lo de Roma fue un toque de atención, que no hacía falta, pero que muestra que ha dado un salto a nivel mental», dijo el preparador. «Creo que antes le costaba afrontar los momentos complicados con Rafa, y en Roma, aunque hubo momentos que se puso nervioso, consiguió ganar. Es un salto a nivel mental que podemos esperar el viernes. A la hora de poder ganar un set no va a dudar tanto como antes», indicó. El campeón de Roland Garros en 1998 cree que las condiciones climáticas y de pista de esta edición favorecen un poco más al argentino, pero recordó que Nadal ha sabido adaptarse a todas las características y que lo está demostrando en este torneo.