Melbourne Park coloca de nuevo frente a frente a Rafael Nadal y Roger Federer, que buscan hoy (9.30 hora española/Eurosport) la final del Open de Australia en la que ya espera Stanislas Wawrinka, verdugo de Tomas Berdych en la primera semifinal. El número uno del mundo aspira a su 19ª final de un grande en su partido 200 de Grand Slam ante su enemigo más íntimo, que anhela con regresar por donde solía y habilitar un encuentro histórico con su compatriota.
De nuevo el choque de estilos impregna la 33ª entrega de la rivalidad más apasionante del siglo XXI. Con el manacorí tratando de olvidar los problemas que le ha generado una llaga en la mano izquierda, la resurrección de Federer amenaza el inmaculado curso del balear. El suizo, inspirado en la batuta del genial Stefan Edberg, pretende imponer su agresividad y sus subidas a la red al repertorio de golpes del manacorí, que necesita elevar sus prestaciones al servicio.
El guión del duelo, tras 32 precedentes (22 triunfos de Nadal), no contempla ningún giro inesperado en el esquema táctico de los contendientes. Nadal tratará de hacer sufrir a su rival en la parcela física y, de paso, bombardear con su derecha liftada el revés a una mano del helvético, que necesita tener la iniciativa y empujar al mallorquín lejos de la línea de fondo.
Físico
El primer set adquiere una gran trascendencia en la segunda semifinal del primer grande del año. Federer, por su rendimiento físico, necesita tomar la delantera ante Nadal, que puede ver condicionado su juego una vez que el encuentro vaya avanzando y la llaga y su vendaje puedan ejercer una influencia negativa.
El número uno del mundo, que ha mejorado sensiblemente de sus molestias en las últimas horas, cuenta con la ventaja psicológica que le concede el cara a cara histórico con el suizo, que ha caído con el balear en sus dos enfrentamientos previos en Melbourne Park, donde sus lágrimas en las final de 2009 forman parte de la memoria colectiva del planeta tenis.
Nadal alcanza precisamente ante el dominador de los grandes su partido 200 en torneos del Grand Slam. El mallorquín, que tiene la oportunidad de embolsarse 2.000 puntos y abrir brecha respecto a Djokovic en el ranking, acumula 176 victorias y 23 derrotas y tiene entre ceja y ceja su 14º título en torneos de este nivel. No en vano, uno de los retos que ilusiona especialmente al balear es convertirse en el primer jugador de la Era Open en conquistar en al menos dos ocasiones los cuatro grandes.
Federer, por su parte, sueña con reverdecer laureles y Suiza con disfrutar el domingo de su primera final de Grand Slam entre paisanos. Y es que Stanislas Wawrinka se impuso ayer al checo Tomas Berdych por 6-3, 6-7 (1), 7-6 (3) y 7-6 (4) en tres horas y 31 minutos para alcanzar por primera vez una final del Grand Slam.
El verdugo de Novak Djokovic, que hizo valer su solvencia al saque para doblegar a Berdych, se mantiene en la carrera para convertirse en el nuevo número uno de su país el próximo lunes, si Federer pierde hoy contra Nadal o él le vence el domingo. Roger lleva en esta posición desde 2001.