La octava Copa de los Mosqueteros conquistada por Rafael Nadal pasará a los libros de historia del tenis por diversos motivos, pero, sobre todo, representa la culminación de un regreso de ensueño. El mallorquín ha vuelto a dominar el circuito y la tierra compitiendo tan bien o mejor que antes, algo que parecía una quimera cuando encaraba el curso marcado por las incógnitas y los malos momentos de siete meses sin poder jugar. Siete títulos en nueve torneos así lo acreditan y, al mismo tiempo, le permiten estar clasificado para las Finales ATP, la otra meta que se fija cada año y la única gran cita que falta en sus vitrinas.
Después de que el escenario de la foto oficial de Roland Garros cambiara de lugar en 2012, Nadal volvió a Disneyland París parar saborear su éxito. Con la ilusión de los niños flotando en el ambiente y erigido en el primer jugador que gana ocho veces el mismo Grand Slam, el manacorí posó con su duodécimo grande con la satisfacción que le confiere haber sido capaz de jugar al máximo nivel y haberse impuesto a los mejores y haberlo hecho cuando inició el año en Viña del Mar con malas sensaciones.
Planificación
Nadal tiene en marcha un plan de ahorro que nada tiene que ver con los 1,5 millones de euros que otorga Roland Garros al campeón. El mallorquín ha podido comprobar que no necesita entrenar tanto como lo hacía en sus inicios en el tenis profesional y quiere optimizar sus horas en la pista para dosificar esfuerzos y preservar su rodilla. Ni tantas sesiones, ni tantas horas con la raqueta. Con 27 años recién cumplidos ha adquirido la experiencia para saber que su tenis está ahí y ha podido comprobar como sale a relucir cuando la situación lo exige. Lo ha puesto en práctica este año y los resultados le han dado la razón.
El caso de Roland Garros resulta paradigmático. Primero unas molestias en el codo tras ganar en Roma y luego el mal tiempo en París durante la primera semanse limitaron los entrenamientos del manacorí en la pista. Sin embargo, fue capaz de ir progresando durante el torneo hasta alcanzar su mejor versión cuando las rondas lo exigieron. Más allá de haber rebajado el peso para aligerar la carga sobre las articulaciones y buscar siempre soluciones para hacer los puntos más cortos, la línea a seguir es que los partidos formen parte del mejor entrenamiento. Además, será más selectivo con los torneos.
El siguiente desafío será Wimbledon, que alza el telón el 24 de junio. Nadal ha decidido darse de baja del torneo de Halle para revisar su estado físico y descansar antes de encarar el reto del Grand Slam inglés. Una apuesta que el propio tenista asume como arriesgada, ya que define Wimbledon como la cita «más impredecible». El hecho de disputarse sobre hierba eleva las opciones de jugadores con mejores prestaciones en una superficie que necesita un proceso de adaptación y concede menos margen de error que la tierra batida.
En Londres arrancará su oportunidad de presionar y estrechar el cerco al número uno y también será la culminación de su temporada, ya que por novena temporada consecutiva estará en la Copa Masters con los ocho mejores del mundo.
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