Es el Mallorca un club habituado al contraste de sensaciones. Entidad, equipo y afición están acostumbrados a combinar, a veces en plazos muy cortos de tiempo, grandes alegrías con dolorosas decepciones; históricas victorias con sonrojantes derrotas. Más raro es que lo concentre todo en una misma temporada o que pase de cien a cero justo a la mitad del camino, que es lo que le ha hecho últimamente.
El equipo de Jagoba Arrasate, un bloque con dos caras antagónicas, llegaba al objetivo marcado con mucha antelación y sin apenas despeinarse, pero cierra la carpeta del curso con una enorme sombra de decepción a la espalda después de ese brusco cambio de dirección con el que empezó a fracturarse a partir de enero. Alojado entre las diez primeras posiciones de la Liga desde la sexta jornada, allá por el mes de septiembre, ha dilapidado una ocasión única para volver a jugar en Europa más de veinte años después. El Rayo Vallecano, su último rival, lo ha hecho siendo octavo y juntando 51 puntos. Difícilmente habrá una clasificación más barata.
El análisis de la temporada 2024-25 del Mallorca debe dividirse en dos partes. El equipo ha cosechado 48 puntos —es la decimotercera mejor puntuación de su historia en Primera División—, aunque el gran problema es que de una vuelta a otra su producción ha menguado casi a la mitad. De los 30 puntos que recolectó entre agosto y diciembre, cuando se fue de vacaciones subido en un cohete, a los 18 que ha sumado entre enero y mayo, una franja temporal que ya comenzó torcida con el fiasco de la Copa del Rey y la polvareda de la Supercopa.
En esa dirección hay un dato muy revelador. En la primera mitad de la Liga solo hubo cuatro equipos que sumaron más puntos que el Mallorca: Atlético, Real Madrid, Barcelona y Athletic. En la segunda, solo Girona, Las Palmas y Valladolid han facturado menos. Ahí también ha sido clave el bajón que ha sufrido el cuadro balear en ataque. A partir del ecuador, solo ha marcado 16 goles. Únicamente el colista ha tenido menos puntería frente a la portería contraria (13). Pese a todo, las cifras que ha redactado en global en las dos áreas son prácticamente calcadas a las de hace un año: ha marcado dos goles más (35) y ha recibido los mismos (44).
Si algo ha dejado a la vista la trayectoria mallorquinista en los últimos meses es la defectuosa confección de una plantilla que se ha revelado como insuficiente. Eso ha llevado también a que muchos futbolistas queden señalados y que a su futuro en el club cuelgue ahora de un hilo.
Arrasate ha tenido al Mallorca peleando por Europa hasta la jornada 37 con un plantel en el que solo 15 de los 28 futbolistas utilizados superan los mil minutos de juego. Algunos se han quedado por debajo de esa línea mientras encadenaban problemas físicos, como en el caso de Takuma Asano. Otros, porque había un escalón muy grande entre el titular de la posición y su relevo en el banquillo. Y los últimos, porque su rendimiento ha sido directamente muy pobre. Ahí hay que incluir a jugadores como Valery Fernández o, sobre todo, Chiquinho, que curiosamente habían llegado el último día del mercado para mejorar la competencia y elevar las prestaciones de la plantilla.
La mejor noticia que ha salido desde la caseta es el nivel de los dos porteros principales, Dominik Greif y Leo Román. El eslovaco, el hombre en el que más ha confiado Arrasate para proteger su puerta a la hora de la verdad, cerró las cortinas del ejercicio con una exhibición en Vallecas mientras que el ibicenco, titular cuando el Mallorca jugaba entre semana, dejó su huella en los dos expositores más importantes del fútbol español: el Lluís Companys y el Santiago Bernabéu. El único inconveniente es que, sin competiciones europeas de por medio, parece poco probable que siga habiendo sitio para los dos bajo el mismo techo.
El gran chasco lo han protagonizado los delanteros. Ni Vedat Muriqi (7 goles) ni Cyle Larin (7 goles) ha estado a la altura de lo exigido ni Abdón Prats (2 goles), lesionado en el tramo final, les ha discutido la titularidad y el protagonismo. Pablo Ortells y su equipo tienen un duro verano por delante. Con la agenda de la plantilla despejada hasta principios de julio, toda la actividad en Son Moix se centrará en torno a los despachos de la secretaría técnica.
En condiciones normales habría pocos movimientos de salida porque a excepción de los cedidos (Valery Fernández y Chiquinho) solo acaban contrato el próximo 30 de junio Robert Navarro, Iván Cuéllar y Mateu Morey, aunque éste último ya firmó el verano pasado otros dos años opcionales. Además hay que tener en cuenta que volverán de sus cesiones Javi Llabrés (Eldense), Siebe van der Heyden (Sankt Pauli) y Daniel Luna (Cartagena), que salieron durante el mercado de invierno en busca de minutos. El Mallorca, muy necesitado de cambios, tendrá que sacar la tijera porque afronta el verano con más de una veintena de jugadores con contrato.
El Mallorca se despidió de Europa el día que perdió en Palma con el Celta.