La oscuridad y el dolor no terminan para el Mallorca. La cuesta de enero ha derivado en un agujero para el conjunto balear, que no es capaz de abrir los ojos ni de levantarse del suelo. Este sábado, en Son Moix y ante un Betis desfigurado, volvía a recibir otro bofetón de los que pican y tardan el olvidarse. Un gol de Bakambu en el minuto 96 rompía un partido que los de Jagoba Arrasate habían empezando gobernando y que se iría por el desagüe tras el descanso, sobre todo a raíz de la expulsión de Omar Mascarell a poco más de un cuarto de hora para el cierre. Cuarta derrota consecutiva, cuarto partido sin marcar y cuarto partido recibiendo algún gol en contra. El único dato positivo es que la despensa está llena (0-1).
En un partido que ninguno de los dos quería ni podía perder, era el Mallorca quien comenzaba poniendo más de su parte para romper con el pasado reciente y darle la vuelta al destino. El Betis, agarrado a la coartada de las bajas (durante el calentamiento perdía a Marc Bartra por un problema lumbar y tenía que hacer otro cambio sobre la marcha), intentaba anestesiar desde el principio el encuentro y empatanarlo. Los locales, con su entrenador dirigiendo el partido a vista de pájaro y sin Valjent en defensa ni Muriqi en el frente de ataque (el kosovar era suplente por cuarta vez en lo que va de Liga), querían aprovechar la flaqueza sevillana en los laterales e intentaban abrirse paso por la orilla derecha aunque fuera a trompicones. Una gran intervención de Adrián a remate de Samu Costa destapaba el pulso de verdad antes de que los visitantes volvieran a dormirlo. Luego el juego se volvía pegajoso y la atención se centraba más en las protestas de la grada que en la circulación del balón, lenta y pastosa.
El Mallorca se echaba otra vez el partido a la espalda a la media hora. Mientras el Betis seguía sin desenfundar, los baleares intentaban apretarle las tuercas a base de empujones. Una jugada con hasta cuatro remates en cadena y un remate de Mojica en el segundo palo a centro de Maffeo alertaban a los verdiblancos y le daban la victoria a los puntos a los bermellones antes del descanso. Un triunfo moral sin incidencia en el marcador que al menos ayudaba a mejorar la autoestima de los de Son Moix.
El partido no volvería a ser lo mismo ni a circular en la misma dirección. El Betis empezaba a desperezarse después del descanso y al Mallorca se le acumulaba el plomo en las piernas. Ya sin la chispa de la primera mitad y mucho más pesado físicamente, el equipo rojinegro era incapaz de romper el equilibrio reestablecido durante el intermedio y apenas podía marcar distancias. Los de Pellegrini, callados durante todo el primer acto, llegaban y disparaban, se acercaban y lo probaban.
El encuentro subía de nivel y se situaba en el más difícil todavía en el último cuarto de hora con la expulsión de Omar Mascarell. El centrocampista canario, amonestado desde la primera parte, llegaba muy forzado a un balón por el que también pujaba Jesús Rodríguez y pese a tocar levemente la pelota acababa impactando con los tacos en el tobillo del canterano verdiblanco, que ya no podría seguir en el campo. Alberola, ayudado por el VAR, mandaba al jugador del Mallorca a la ducha y dejaba a los de casa colgando de un hilo.
Parecía tenerlo todo controlado el conjunto bermellón pese a esa desconexión que había sufrido al atravesar el ecuador del encuentro. Pero como en todas las películas de terror, lo peor estaba al caer. Ya con el reloj superando el minuto noventa estallaba la polémica con una jugada en la que ni el árbitro ni el VAR apreciaban un penalti sobre Dani Rodriguez. Y cuando iban a salir los títulos de crédito, el marcador saltaba por los aires. El punto parecía oro molido y el equipo iba a colgarse la medalla de la portería a cero, pero el Betis sacaba el puñal que llevaba escondido bajo la faja. Ortiz asistía y Bakambu sentenciaba. Mientras la esquina verdiblanca de Son Moix hervía, en el resto del estadio el silencio dolía. Otro golpe bajo y más sal a la herida. La noche no se acaba para el Mallorca más triste de la temporada.