El Mallorca se llevó de Cornellà un baño de realidad. El equipo lanzado y desbocado que buscaba su cuarta victoria consecutiva para instalarse en la nobleza fue una sombra de sí mismo durante la peor primera hora de la temporada. Ramplón, plano, con un fútbol muy previsible y sin ideas, los de Jagoba le entregaron a su rival una de esas tardes plácidas. Una vez más, el fútbol demostró que cuando no compites, cuando eres incapaz de meter la pierna, conectar dos pases seguidos o regalas balones, lo normal es que te vayas a casa con la cabeza baja y el rostro desencajado.
Jagoba Arrasate cambió a cuatro jugadores de golpe... pero seguro que hubiera cambiado a todos por la indolencia que mostraron. El Mallorca, a pesar de firmar un partido desastroso, se marchó al descanso todavía con vida. Pero en el arranque del segundo acto, lo que dijo el técnico en la caseta no sirvió para nada. Otra desconexión, el equipo a contrapié y 2-0. Fue entonces cuando el entrenador de Berriatua decidió cambiar casi medio once.
El mallorquinismo hubiera firmado los seis puntos sobre nueve que ha recogido el grupo balear en sus tres salidas consecutivas. Los triunfos en el Villamarín y Zorrilla impulsaron al equipo en la clasificación y también encendieron la mecha de una euforia que se ha rebajado tras la debacle de este sábado. Como dijo Maffeo, bajar de la nube a tiempo quizás sea positivo...