Está viviendo el mes más intenso de su trayectoria como gestor profesional en un club de fútbol. Entre gestiones con compañías aéreas, navieras, de transporte y con los representantes políticos de Balears, con el único objetivo de gestionar la mayor movilización de aficionados de toda la historia, Alfonso Díaz Zaforas (Sevilla, 1975) encuentra un hueco en su apretada agenda para atender a este periódico y esparcir sus sensaciones. A pesar de la erupción en la que ha vivido la hinchada nada más superar la barrera de las semifinales y plantarse en la cuarta final de su historia, el CEO de Negocios del Real Mallorca transmite una calma extraordinaria. Con la tranquilidad de tenerlo todo bajo control a pesar de que, en las cinco últimas semanas, ha vivido situaciones de todo tipo.
¿Cómo ha gestionado todo lo que ha rodeado la final desde que se superaron las semifinales? A nivel de entradas ha sido un éxito rotundo, el club agotó las casi 20.000 localidades que se pusieron a la venta y no sé si esperaba esta respuesta tan abrumadora de la afición.
Llevamos trabajando desde que pitó el árbitro en el Reale Arena de forma muy intensa para poder sacar a la venta las entradas, para que la afición tuviera cómo trasladarse a Sevilla y el resultado de todo esto es que la gente ha podido sacar su localidad de una forma adecuada y sobre todo el entusiasmo que hay. Quién no ha hablado de la final, de cómo va a ir y ese deseo que ha rodeado todo el envoltorio de la final. Sabíamos que la afición iba a responder, que iban a estar a la altura y seremos esos casi 21.000 en las gradas. Ese ha sido el primer éxito. Es algo que se recuerda toda la vida y donde todo el mundo quiere estar. Es un día de fiesta para todos. Sacar el orgullo y estar todos juntos como comunidad. Y ojalá podamos traer la Copa a la Isla.
Se han superado las perspectivas más optimistas.
El mallorquinismo está muy vivo. El primer día había 2.500 personas en cola y en cuanto abrimos la posibilidad de comprar en unos minutos se vendieron 10.000. La respuesta ha estado a la altura de lo que nos está demostrando la afición en las últimas temporadas. Es una afición muy rejuvenecida.
Esta final supone cerrar el círculo de la inversión americana, que recaló en el club en enero de 2016 con la idea de subir, se vivió la debacle del descenso a Segunda División B y unos años después se alcanza la final de la Copa del Rey.
Ocho años en los que hemos pasado por muchos momentos. Nos ha ayudado a todos a saber qué club éramos. Cuando llegamos la entidad estaba en una situación muy difícil a todos los niveles, social, económico, profesional, político... y con ese clima nos fijamos en organizar muy bien, en trabajar y en poco a poco ir recuperando la marca para llevar a este club a Primera. Llegar a una final de Copa pues no lo esperábamos, aunque es algo que podía suceder fruto del trabajo bien hecho. También se puede hablar del éxito del Juvenil, que ha sido campeón de la Copa del Rey, y eso es un éxito del trabajo que se está haciendo en Son Bibiloni, que tiene que ser nuestro futuro.
Se gane o no el título en La Cartuja, esta final ya pasará a la historia al protagonizar la movilización de personas más importante en la trayectoria de esta comunidad a todos los niveles.
Sin duda, era un reto increíble que se ha conseguido. Ha sido muy difícil. Desplazar a 21.000 personas a Sevilla en unas horas es un desafío al alcance de muy pocos. Hemos tenido que mirar cuántos aviones, cuántos barcos necesitábamos... No hay tantos vuelos regulares ni tantos barcos para mover en apenas un día a tanta gente. Es un problema grande de insularidad. Lo que he querido en estas semanas ha sido trasladar este problema a todos los sectores, a todos los agentes sociales y lo han entendido. Las instituciones, las líneas aéreas y las compañías navieras también han arrimado el hombro en la medida de lo posible. Es verdad que son precios altos, pero hemos tratado de luchar y de pelear para que los precios fueran los más asequibles posibles.
No sé si ha tenido tiempo para soñar qué hará si el Mallorca gana la Copa del Rey.
Pues he tenido poco tiempo, he dormido muy poco estos últimos días porque estás con una actividad mental muy grande. No he pensado en ello. Trato de bloquear en este tipo de pensamientos porque me he volcado en trabajar para los aficionados. Ojalá que podamos ganarla porque sería una alegría para esos aficionados que tanto sufren. Y también para la ciudad y para la Isla. Ojalá que podamos traer la Copa. Bajamos a Segunda B y vimos que había 6 o 7.000 personas que no nos dejaron de lado. Poco a poco se han ido sumando más aficionados y eso es positivo para todos. Estamos en el buen camino.