Conseguir un empate (1-1) ante la UD Las Palmas en tierras canarias me parece un botín escaso. Todo es relativo y sumar un punto en circunstancias diferentes puede ser un gran resultado. Este sábado me quedé con la sensación de que el Mallorca es mucho mejor equipo que el canario y que, por tanto, empatar fue ceder dos puntos. El equipo de Aguirre, como casi siempre lejos de Son Moix, fue cobarde de inicio y, solo con el marcador en contra, se lanzó a por el partido.
De inicio, como no podía ser de otra manera, el Mallorca comenzó con cinco atrás y encerrado en su propia parcela. Como casi siempre. Y como en tantos partidos, el rival, que dominaba sin crear claras oportunidades, marcó en su primera aproximación peligrosa. Fue gracias a un penalti que Jonathan Viera se encargó de transformar en gol. Antes, Dani Rodríguez había enviado el esférico al palo, Muriqi estrelló la pelota en el travesaño de penalti y el árbitro anuló un gol a Amath por fuera de juego. Las Palmas alcanzó así el descanso con mínima ventaja en el marcador, pese a que el equipo de Aguirre había tenido claras ocasiones.
Aguirre es valiente con el marcador en contra. De salida, dio entrada a Sergi Darder, que no ha realizado ni un solo entrenamiento con sus compañeros, y a Raíllo, con molestias. El Mallorca tenía otra actitud, jugaba ahora con cuatro defensas y se apoderó del esférico. Faltaba poco más de media hora para el final cuando el técnico decidió poner más calidad en el terreno de juego. Samu Costa y Larin entraron en el terreno de juego, pero el dominio era infructuoso. Raíllo, de cabeza, empató el partido cuando faltaban poco más de veinte minutos para el final. El partido se igualó por momentos, pero el equipo de Aguirre tuvo aún ocasiones para ganar. El Mallorca fue mejor, pero pagó con dos puntos su cobardía inicial y su falta de puntería