No tiene que ser bueno para la salud sufrir tanto, no al menos para los que ya tenemos una edad donde más o menos hay que empezar a tener cierto equilibrio emocional en asuntos futbolísticos. Abdón volvió a hacer que el corazón se disparara. Su gol debe valer una permanencia. Tiene que valer una permanencia.
Pensé que sumando años maduraría en esto del fútbol, pero no es así, no al menos con el Mallorca de por medio. Nunca sabes qué puede ocurrir en el siguiente partido, lo único seguro es que si sale Abdón pasarán cosas buenas. Aguirre, por ejemplo, seguro que pensó todos estos días cómo podía resolver el partido ante el Rayo. Que si defensa de cinco, que si presión alta, que si Salva Sevilla y Antonio... Al final todo se simplifica mucho. Te marcan, entra el acojone general y entonces sacas a Abdón. Y todo se arregla.
Escribo este artículo después de ver al Mallorca por un televisor y al Cádiz por otro. Es decir, doble ración de sufrimiento porque por momentos vi que el Madrid B iba caminando. Llegó el gol de Abdón y se arregló lo de aquí y lo de allí. Queda el desenlace. Otra vez lo mismo. Calma el lunes y martes. El miércoles y jueves libro y me evadiré y el viernes pensaré que nos salvamos, el sábado que bajamos y el domingo volveré a ser un flan. Hasta que salga Abdón, claro.