Se encarga de recoger la ropa y los balones. De entregar agua o de ordenar los trastos que se van acumulando en el vestuario. Sin embargo, puede presumir de una hoja de servicios que para sí quisieran muchos de los jugadores a los que hoy en día les ayuda con las botas. Con un pasado más que lustroso y en una montaña rusa constante, la vida de Baba Sule (Kumasi, Ghana, 1978) no ha sido un camino de rosas.
Pasó de ser campeón sub-17 con Ghana y una futura estrella mundial a electricista, trabajador en unos grandes almacenes o chófer de David de Gea, cuando el meta del Manchester United todavía militaba en las inferiores del Atlético y vivía en Illescas (Toledo).
Entre la cúspide de la gloria y el anonimato, el futbolista ghanés se estrenó en el fútbol español con la camiseta del Mallorca. Tercero de los siete hijos de un carnicero y perteneciente a la etnia Dagomba, era la estrella del Kumasi Cornerstones y promesa de las «estrellas negras», de la selección ghanesa. Con esa hoja de servicios recaló en la Isla.
Sus primeros minutos oficiosos fueron en un partido homenaje a Juancho Forneris -junto a su compatriota Magnus Abeitia- y oficialmente hizo su estreno un 9 de febrero de 1997 ante el Real Madrid B sustituyendo a Lluís Carreras en el minuto 54. Fue el primero de los tres partidos que disputó con la bermellona.
Después llegó una buena etapa en Ourense y varios años, pero apenas partidos, en el Leganés... cedido por el Real Madrid aunque jamás se enfundó la camiseta blanca.
Entre enfermedades (hepatitis) y lesiones, la luz de Baba comenzaba a apagarse. Lleida, Tomelloso y San Isidro finiquitaron su discreta etapa sobre el césped.
Con todo perdido, Baba Sule recibió la llamada del Fuenlabrada porque necesitaba un ayudante de material. Y no se lo pensó. El curso pasado pasó la pandemia compartiendo piso con Pathé Ciss. Aprovechó para sacarse el graduado escolar con 40 años, otro motivo más para volver a sonreír después de una vida en las tinieblas.