Como cualquier otro futbolista de su estilo, la figura de Salva Sevilla genera diversas corrientes de opinión. Algunos de sus detractores le reprochan que le falta velocidad y físico para manejar a un aspirante al ascenso. Sus avalistas le distinguen como un mediocentro puro, una rara avis capaz entre otras cosas de virar un partido con un simple cambio de orientación.
A punto de alcanzar los 37 años de edad, Sevilla lleva varias temporadas enfilando el ocaso de su carrera, aunque las señales que remite su fútbol son otras. De hecho, se alistó en el Mallorca de Segunda B generando muchos interrogantes y la realidad es que se ha convertido en un jugador trascendente. El manómetro balear ha sido protagonista en casi todas las grandes gestas de su equipo, donde siempre ha acabado dejando su firma.
Ante un duelo estratégico, Sevilla volvió a reclamar la atención de las cámaras. Justo cuando el partido se deslizaba sobre un escenario incierto, reescribió su impacto en la biografía del conjunto bermellón con un gol reservado a la gente con talento. Primero dejó fuera de órbita a su defensor y después, con el punto justo de calma, mandó el balón a un costado de la portería.
Probablemente, será recordado como uno de los tantos del ascenso; como una de las acciones del regreso a Primera. Lo hizo Sevilla, dejó atrás al Almería y elevó de nuevo al Mallorca.