Bajo un envoltorio ochentero, el Mallorca malgastó una buena oportunidad para cazar su primer triunfo del año y sacar tajada al naufragio del Espanyol (1-0). Sobre un patatal y con el barro como testigo, la escuadra balear no supo sacar rendimiento a su demoledor e intimidador arranque de partido (dos goles en sus tres primeras llegadas) y acabó concediendo tablas (2-2).
A pesar del deplorable estado del terreno de juego, Oviedo y Mallorca sellaron un partido excelso. Intenso. Sin tregua. De ida y vuelta… Despojado de sus dos centrales de referencia (Raíllo y Valjent), el grupo de Plaza se mostró más vulnerable que de costumbre, especialmente a la hora de defender acciones a balón parado.
De hecho, no es habitual que un equipo que ha hecho de la solidez su mayor virtud finalizara empatando un partido en el que administraba una renta de dos goles. Ahí el Oviedo también tuvo algo que ver. Lejos de bajar los brazos ante la demostración de pegada de su adversario, el cuadro asturiano ofreció su mejor perfil cuando el partido se le había puesto casi imposible.
Con poco que perder, la tropa del Cuco Ziganda se lanzó a por el Mallorca, que primero se sintió agobiado y después sacudido. El segundo acto acabó lastimando al conjunto balear, que contempló cómo su rival le bajaba del liderato y debía conformarse con un punto de barro.