Es indiscutible que los sucesos -y no sucesos- del mercado de invierno han enrarecido un poco más la relación entre Vicente Moreno y Maheta Molango. Las primeras grietas aparecieron en verano y el corte luce ahora profundo.
Las demandas públicas del entrenador durante la pretemporada -que verbalizó Dani Pendín, uno de sus ayudantes- fueron interpretadas por el CEO como un acto de traición. Su respuesta -«en este club unos entrenan y otros toman decisiones»- llegó envuelta por algunos párrafos humillantes para un tipo como Moreno, arquitecto del doble ascenso y un entrenador enormemente comprometido con el proyecto.
De los catorce futbolistas que incorporó la dirección deportiva del club balear durante el estío -Galarreta y Zlatanovic fueron cedidos-, apenas Febas y Kubo han exhibido cierto nivel para jugar en Primera, aunque ninguno de ellos es titular indiscutible. Hasta ahora, el nivel de competitividad que había ofrecido la escuadra de Moreno en Son Moix, detalle que ha permitido al equipo bermellón flotar casi siempre fuera del descenso, habían dejado en un segundo plano la distancia existente entre el cuerpo técnico y Molango. Pero el cierre del mercado de invierno -sólo han llegado Pozo y Leonardo Koutris- y las evidentes limitaciones del plantel, han reabierto viejas heridas. La hinchada ha decidido aferrarse a Moreno y observa al palco de reojo. El pasado siempre pesa.