Seis remates escupidos por la madera, cinco penaltis en contra, tres derrotas consecutivas y cuatro puntos... La desesperación y el desánimo han abrazado al Mallorca durante su primera incursión consistente en el torneo. Siete jornadas después, la escuadra balear se encuentra arrinconada y envuelta por un puñado de dudas.
Es indiscutible que el grupo de Moreno quiere, pero también que no le alcanza. En las horas previas al partido de Mendizorroza, el entrenador decidió agitar el árbol. Dejó fuera del once a Lumor y Dani Rodríguez y tiró de Fran Gámez —lateral izquierdo— y Aleix Febas, pero el plan no funcionó. Budimir mandó de nuevo un balón al palo, pero la realidad es que el Mallorca no generó nada.
El Alavés, que también andaba herido, decidió agarrarse a una receta más pragmática. Pobló de músculo la sala de máquinas e intentó buscar el camino más corto para aproximarse a Reina. La propuesta local funcionó a medias, pero otro lío en el área agotó las opciones del cuadro bermellón, que apenas puso objeciones a su rendición.
Aunque nada es definitivo en octubre, el problema real del Mallorca es consecuencia de su peculiar planificación deportiva. Con Vicente Moreno prácticamente apartado de la toma de decisiones, la ristra de futbolistas que han ido llegando no han supuesto ningún salto de calidad trascendente. Detalles de Kubo y pinceladas de Febas, pero poca cosa más. Insuficiente y desesperante...