El 25 de mayo de 1980, el Lluís Sitjar albergó el último Mallorca-Atlético Baleares. Fue en Tercera División y aquel empate prendió la mecha de la meteórica ascensión del equipo bermellón, que apenas tres años después desfilaba por la pasarela de la Primera División. Ultima Hora reunió este martes a una porción notable de los protagonistas de aquel duelo disputado en Es Fortí. Fue un reencuentro marcado por la nostalgia. Por la emoción. Los abrazos se sucedieron entre todos los protagonistas de una charla que desprendió aroma a fútbol. A fútbol añejo. Al de verdad.
UNA RIVALIDAD SANA
Nostalgia en el reencuentro
Apenas quedan unos minutos para las cuatro de la tarde y los actores principales del último Mallorca-ATB comienzan a aparecer por el estadio de Son Moix. Los primeros que llegan son los balearicos, algunos de los cuales jamás habían pisado las líneas enemigas. Paco Vázquez, aquel mítico delantero que curiosamente marcó el 1-1 definitivo en el Lluís Sitjar, aguarda en el Mallorcafé la llegada del resto de sus compañeros. También aparecen el lateral derecho Pep Pomar y los inseparables Joan Mas -que llegó a coincidir con Johan Cruyff en el Barça- y el central Rafel Bosch. Pep Jaume, que dirigió a los blanquiazules en el duelo de la primera vuelta -Llorenç Barceló fue el técnico de los visitantes en el Sitjar-, recibe las primeras bromas de la tarde por su pasado rojillo: «¿Tú con quien te pondrás, míster...?».
Comienzan a aparecer los primeros mallorquinistas, aunque con pasado blanquiazul, caso de Juan Antonio Pacheco, Chea o el portero Ramón Reus, que destila elegancia, y que apenas un año antes había disputado el penúltimo derbi bajo los palos del Atlético Baleares. No hay bandos. Más bien todo lo contrario. «Antes había más rivalidad, mucha más, pero era más sana, aunque en el terreno de juego nos pegábamos que no veas», coinciden algunos de ellos.
Los protagonistas se mezclan entre sí. «Buff, hacía casi 40 años que no te veía», «estás igual, Paco», le dicen a Vázquez. Sebastián Bauzá Bussy aparece de sport y con su inseparable bicicleta. Toni Campoy llega en moto y también se le ilumina el rostro cuando comienza a ver a sus antiguos compañeros y amigos.
ALBERTO PÉREZ, SU AUTOR
Un gol para la historia
Alberto Pérez, el capitán blanquiazul y autor del gol del Mallorca en propia puerta -«aún espero que los mallorquinistas me lo agradezcan», bromea-, llega trajeado mientras que Andreu Mir no ha dudado en dejar a Sa Pobla en plenas revetllas de Sant Antoni para sumarse a la cita. Curioso el caso de Alberto, el capitán blanquiazul, que adelantó al Mallorca con un gol en propia puerta que cambió para siempre el destino barralet. Ascendió a Segunda B y en menos de dos años desfilaba por las pasarelas del fútbol de élite.
Braulio Pulido, aquel lateral derecho que debutó como bermellón antes de cumplir la mayoría de edad, también acude a la convocatoria de este periódico. Y lo hace con una camiseta de la época que causa admiración entre sus compañeros. «Madre mía, Braulio, esto es un tesoro. ¿Dónde la guardabas?», resuena en el ambiente. El que fuera lateral reconoce que «hacía más de 30 años que no veía a algunos de mis compañeros; este reencuentro es muy especial».
Después de repartir abrazos, saludos y anécdotas, los quince protagonistas se dirigen hacia el césped de Son Moix. Muchos de ellos se quedan alucinados por la inmensidad del escenario. «Nunca había estado aquí y la verdad es que impresiona», afirma un balearico.
Allí, en la entrada por la puerta de maratón, espera Antonio Oviedo, entrenador de ambos equipos y que logró ascender al Mallorca de Tercera a Segunda A de forma consecutiva.
Con todos los protagonistas sobre el césped, comienza la sesión de fotos bajo un ambiente distendido. A un lado, los jugadores del Mallorca; en el otro, los del Atlètic Balears. Antonio Oviedo y Pep Jaume encabezan los grupos. Son los jefes. En la foto del pulso, hablan de rivalidad sana. «Es un pulso entre compañeros porque es lo que somos, compañeros y amigos»... coinciden todos los protagonistas de la sesión.
EN SEGUNDA DIVISIÓN B
Un derbi que nadie esperaba
Muchos de los presentes reconocen que no esperaban ver de nuevo al Mallorca en Segunda División B: «Pensé que este derbi se podía ver de nuevo pero en una categoría más alta, como en Segunda A», afirma Paco Vázquez. Juan Antonio Pacheco va más allá: «En la vida podía imaginar que el Mallorca, con todos los éxitos que ha conseguido y la grandeza de su historia reciente, pudiera descender a Segunda B». En el momento de la porra, de dar un pronóstico (ver el resultado en la página siguiente) el Mallorca gana por mayoría, aunque Pérez y Pep Pomar no se lo piensan y apuestan por un ?2?.
El resto cree que el equipo de Vicente Moreno impondrá su superioridad sobre el césped, si bien una tercera parte apuesta por un derbi en tablas.
POR LA CALIDAD DEL GRUPO
El Mallorca de la 80-81 era mejor
Ramón Reus, aquel mítico portero que marcó un gol en el campo del Córdoba, no duda en afirmar que aquel Mallorca de la temporada 80-81 «era mejor que el actual» aunque la mayoría reconoce que no se pueden comparar las épocas. «Nosotros no jugaríamos ahora», apunta uno de ellos. «Pero es que no se puede comparar porque ahora todo está mucho más profesionalizado. Los jugadores entrenan mucho más, hay más medios que en nuestra época. Entonces el entrenador podía estar varios meses sin venir y no pasaba nada», apuntan.
Todos coinciden en señalar que el derbi entre el Mallorca y el Atlètic Balears ha perdido una parte de la esencia. «Antes había más rivalidad entre los dos equipos, mucho más. Las aficiones lo vivían con pasión, aunque con deportividad y ahora eso ha cambiado». Muchos creen que las redes sociales «están ensuciando este tipo de encuentros porque se producen enfrentamientos verbales que calientan el choque». Después de la sesión de fotos, llega el momento de intercambiarse teléfonos y de inmortalizar el momento en el móvil. De saludos y de las promesas de que no pasarán casi 40 años en volver a reencontrarse. Porque más allá de los colores que lucieron aquel 25 de mayo de 1980, ayer demostraron ser amigos.
Tras más de una hora de charla, mallorquinistas y balearicos, rojillos y blanquiazules, enfilan el camino a sus domicilios con la sensación de haber recuperado una parte de su memoria que había quedado archivada. Y con el rostro iluminado por recuerdos y abrazos de esos que no se olvidan...