Javier Olaizola Rodríguez (San Sebastián, 1969) era un futbolista por encima de todo valiente y su temperamento le llevó a Primera División y a convertirse en un jugador cuyo nombre requiere un espacio generoso en las páginas de la historia del Mallorca. Forjado en Ipurua, matizó su fútbol en Palma, aprendió a hacer muy bien lo que sabía hacer y a tapar y neutralizar sus defectos hasta casi relegarlos a la nada. Ahora, con la experiencia de sus muchos años en la élite, toma las riendas del equipo de su vida para salvarle de la quema. Posiblemente haya algo de inconsciencia en su decisión atrevida y arriesgada, pero este equipo solo se salva ahora a base de fe. Javier Olaiziola cree. Creer en él siempre le funcionó.
—¿Es como se lo imaginaba?
—Es como me lo había imaginado. Entrenar un grupo cuando más mayores son los jugadores con los que trabajas es más fácil. La responsabilidad es mayor, pero he jugado al fútbol profesional y todo lo que llegue a ese nivel es mejor.
—Ante Las Palmas toca ganar... pero el Mallorca lleva muchísimo sin hacerlo. ¿Qué indica que esto vaya a cambiar ahora?
—Porque el otro día ante el Girona ya generamos muchas más oportunidades que en otros partidos, también el equipo tuvo más intensidad que en otras jornadas y la verdad es que nos tenemos que quedar con eso. Cuando generas ocasiones estás muy cerca de la vitoria y debemos tomar lo bueno del pasado fin de semana y mejorarlo en este partido.
—Para ganar hay que marcar. ¿Sigue confiando en Geijo y Hemed? ¿Le dan la confianza suficiente para sacar esto adelante?
—Totalmente. Hemed marcó el domingo y es muy importante para él y para el equipo y Geijo es un hombre con el que confío desde el primer momento que tomé al equipo.
—Echó mano de los futbolistas con más galones. ¿La permanencia es cosa de hombres?
—Hombres son todos, pero lo cierto es que cuando un equipo viene de una dinámica de no ganar, tiene el tercer cuerpo técnico en lo que llevamos de temporada y a falta de pocas jornadas estamos en puestso comprometidos, lo que no pueden temblar nunca son las piernas. En eso nos refugiamos Alomar y yo y corroborado por el estado físico de los veteranos. Analizado todo, nos decidimos por ellos.
—¿Es este Mallorca más directo y más práctico?
—Hemos tenido muy poco tiempo para implatar nuestro sello, eso es evidente. Dimos un par de apuntes para que los jugadores los asimilaran. A mí me gusta también el juego combinativo, pero una cosa tiene que ir conjugada con la otra, es decir, fútbol combinativo con algo más directo. Hay que hacer buenas presiones con intensidad y sobre todo tener un orden importante.
—¿Le recuerda esto a ese año con Tomeu Llompart que se salvó la categoría in extremis?
—Me gustaría intentar finiquitar la permanencia esta jornada y no esperar a la última. Esto no va a depender solo de nosotros. Debemos ganar y esperar el resto de resultados. Y si al final se cumple el objetivo en el último partido igual que en aquella ocasión, bienvenido sea.
—Durante estos meses y antes de acceder al cargo, ¿intuía que el equipo estaba perdiendo la fe?
—Indudablemente un equipo que se forma para ascender a Primera y está metido en la lucha por no descender evidentemente tenía que haber un comportamiento importante de confianza y de falta de fe.
—Serra Ferrer humilló a Oltra y posteriormente hizo lo propio con Lluís Carreras. ¿No teme que el próximo sea usted?
—La verdad es que no me he puesto a pensar en esto en ningún momento. Ni me gusta pensar en las palabras que se hayan dicho en contra mía. Lo único que me preocupa son los jugadores, la afición y el escudo y dejar al equipo en Segunda.
—Los más veteranos no recuerdan un estado de crispación como el actual. ¿Usted?
—Yo tampoco lo había visto. Cuando las cosas van bien es más fácil que todo se lleve de manera cordial y cuando van mal llegan los tiras y aflojas. Nosotros tenemos que centrarnos en los futbolístico porque si perdemos un solo minuto en desviar la atención de todo lo que no sea fútbol y el partido del sábado, nos vamos a equivocar.
—¿Cómo tiene previsto neutralizar el miedo y la ansiedad en sus futbolistas?
—Los jugadores no tienen ni miedo ni ansiedad. Ellos están muy motivados y concentrados. Tienen más confianza y más fe porque el partido en Girona fue bueno, es cierto que no nos dio para ganar, pero lo hicimos todo para lograr los tres puntos. Estoy convencido de que también vamos a generar las mismas ocasiones y que vamos a materializar alguna más.
—Las Palmas ha decidido cambiar de entrenador. ¿Qué opinión le merece?
—Conozco a Josico de su época de jugador. Su virtud más notable era la de la casta y carácter y eso es lo que intentará transmitir al equipo. Ellos tienen mucha calidad técnica y ahora tendrán ese complemento más. Nosotros tenemos que fijarnos en los nuestros.
—Analizando a su plantilla, ¿con quién se identifica? ¿Quién es el actual Javier Olaizola en el vestuario?
—Pedro Bigas. Es un futbolista del corte de Javier Olaizola, porque ha llegado a base de mucho trabajo, nadie le ha regalado nada. Es un jugador con un gran carácter y una gran garra. Las cualidades técnicas son diferentes, Pedro es más alto que yo, va mejor de cabeza, pero si que en el espíritu de trabajo y de forma de entregarse van por ahí los tiros.
—¿Cuantas horas le echa al día a la función de entrenador?
—Muchísimas. Llegué el domingo a las once y veinte a casa, tomé un vaso de leche y me puse a ver el partido que habíamos jugado a la tarde. El día de fiesta, que fue el lunes, lo dediqué a atender a los medios y cuando no estoy aquí veo vídeos del rival. Luis Aragonés decía que cuando eres futbolista y termina el partido del domingo ya no piensas en el próximo encuentro hasta que llega el viernes. Cuando eres entrenador termina el partido y ya miras al siguiente y es una gran verdad.
—¿Usted dejaría entrar al presidente al vestuario minutos antes de empezar un partido?
—Me parece que no es necesario que el presidente entre al vestuario antes de empezar un partido. Una vez que llegas al estadio los futbolistas y el cuerpo técnico tienen que estar bien concentrado en lo que es el apartado técnico y táctico y la estrategia la solemos poner en el vestuario y recordarla con carteles y datos e informes. Es el momento del futbolista y hay que dejarle que se concentre. Me parece muy bien que se ayude en todo lo que no sea la hora y media antes de empezar un partido. A mí por ejemplo no me gusta entrar al vestuario de los futbolistas ni antes ni después de los entrenamientos.
—¿Habla con los futbolistas que no juegan, con lo suplentes?
—Naturalmente. Son tan importantes como los que juegan y les digo que hay una confianza ciega en ellos y que no bajen los brazos y trabajen al máximo porque si hacen un buen trabajo quizás sean ellos los que entren en el siguiente partido.
—Usted en su época de jugador no fue suplente y siempre jugó. Sin embargo, ¿entiende ahora a sus entrenadores cuando debían tomar la decisión de quién juega y quién no?
—A mí me han enseñado grandes entrenadores que he tenido y es el momento más duro.
—¿Percibe el cariño y la ilusión que ha generado su llegada al banquillo entre la afición?
—Se ha ilusionado por dos motivos porque sabe que a este equipo le ha faltado carácer y yo de eso tenía y tengo y en ocasiones hasta de sobra y ven también que en mi corazón está el escudo grabado encima y se identifican con alguien que tiene unos sentimientos iguales que los suyos.
—¿Qué dicen sus hijos?
—Imagínese, están encantados. Cuando era jugador eran muy pequeños y ahora ya son mayores y tienen conciencia de todo.
—¿Qué vídeo les pondría a su futbolistas antes de salir a jugar frente a Las Palmas?
—Les haría ver el ascenso de Vallecas, con toda la afición en la grada; también la final de Mestalla porque ese partido nos dio mucho; les haría ver esos momentos mágicos de la final de Copa y la movilización de la final de Birmingham. Son cuatro momentos muy especiales donde la conexión entre afición y equipo fue impresionante.
—¿Qué mensaje envía a la afición?
—La salvación pasa también por la pasión de la afición. Les pido que por favor vengan, que animen como hicieron en Girona, que después de pegarse una paliza de barco y bus y durante 90 minutos empujaron a rabiar. Les pedimos que nos ayuden, que se dejen la piel y la voz. Estoy seguro de que van a disfrutar. La salvación pasa por su aliento desde la grada. Ellos también van a jugar y su apoyo nos conducirá hacia el objetivo.