Con el descenso todavía caliente, la tensión entró en erupción en Son Moix. Nada más confirmarse la caída al infierno, el público expresó su disgusto. Hubo gritos de «Serra, vete ya», pitos al máximo accionista y también arrojaron chatarra contra los jugadores, a los que tildaron de «mercenarios».
Minutos más tarde, ya en la afueras del campo, los nervios desembocaron en una imagen asociada habitualmente a los descensos. Hubo incidentes, al menos una detención, cargas policiales, lanzamientos de piedras y algún que otro porrazo contra el sector de aficionados que aguardaban la salida de los futbolistas. Esa actuación despejó el Camí dels Reis y los ánimos se serenaron, aunque varias unidades policiales permanecieron en los alrededores del recinto para evitar que los incidentes se reprodujeran a la salida del Iberostar Estadi.
Ya al filo de la medianoche, Llorenç Serra Ferrer compareció ante los medios. Con las huellas del descenso marcada en el rostro, el propietario comenzó pidiendo perdón: «Lo primero que quiero hacer es pedir disculpas a la afición y darles las gracias por su comportamiento ejemplar. Los aficionados han estado muy por encima nuestro», indicó.
Serra, que hace 21 años descendió al Mallorca como entrenador, ya piensa en volver: «Cualquier profesional y gestor sabe que estamos en deuda con los aficionados. Hay que trabajar con más fuerza que nunca para darles el puesto que le corresponde al equipo y volver a Primera cuanto antes».
A la hora de analizar las causas del desastre, apostó por la calma: «Hay que tener un poco más de tranquilidad. Hubo errores que han tenido trascendencia en los resultados. Debemos asumir los errores y nuestra culpa».
En cuanto a su futuro, no despejó ninguna incógnita: «Será cuestión de hablarlo. Las acciones mandan».