El Mallorca necesita exprimir al máximo las dos últimas jornadas del campeonato para mantener encendida la llama de la esperanza. Despedir el curso con un pleno no es una tarea sencilla. De hecho, mirando por el retrovisor de la historia, el equipo isleño sólo ha conseguido cerrar la Liga sin mácula en cuatro ocasiones a lo largo de sus 26 temporadas en la máxima categoría. La primera vez, curiosamente con Llorenç Serra Ferrer en el banquillo, resultó estéril. Fue en la temporada 1991-92.
El grupo balear llegó a las últimas curvas del torneo doméstico en una situación calcada a la actual. Ni siquiera sus triunfos en las dos últimas jornadas le sirvió para festejar la permanencia. El Mallorca hizo su trabajo, pero los resultados, en especial los del Cádiz, le empujaron por el barranco en el que supone, hasta la fecha, el último descenso de la entidad.
En aquella campaña, los de Serra lograron derrotar a la Real Sociedad (2-1) en el estadio Lluís Sitjar y en la última jornada se impuso en La Romareda (1-2). Sin embargo, el resultado del Cádiz ante el Sporting de Gijón en el Ramón de Carranza (1-1) condenó a la escuadra isleña, que perdió la categoría después de enganchar tres temporadas -su mejor marca hasta que llegó la época actual- en la máxima categoría.
Una década después, ya consolidado en Primera División y con Luis Aragonés en el banquillo bermellón, el Mallorca cerró la Liga a lo grande. Una de las máximas del Sabio de Hortaleza , que la Liga se decide en los últimos partidos, se cumplió. La escuadra isleña capturó 5 de 5, quince de los quince puntos posibles, que le permitieron finalizar en la tercera plaza y su pasaporte a la previa de la Champions League. En los dos últimos duelos de aquella serie de victorias, los isleños vencieron con rotundidad al Alavés en Vitoria (2-4) y al Oviedo en Son Moix (4-2) en un duelo que supuso el descenso del conjunto asturiano a Segunda.
Racha triunfal
Tres años más tarde, de nuevo con el veterano entrenador madrileño, el Mallorca repitió la hazaña, aunque fueran en unas circunstancias diametralmente opuestas. Aquel equipo, que había comenzado a dirigir Benito Floro, coqueteó con el descenso hasta las últimas jornadas. Pero una victoria en Valladolid (1-3) cuando el equipo bordeaba la zona delicada de la clasificación, supuso el impulso definitivo. Faltaban cinco partidos y el Mallorca los ganó todos. Para rematar su sprint final, venció al Espanyol en Son Moix (4-2) para cerrar la faena en Balaídos ante el Celta (1-2). Finalizó la Liga con 51 puntos en una cómoda posición (11º) pese a la irregular temporada.
Con Gregorio Manzano en el banquillo, solo en una ocasión el Mallorca ha sido capaz de finiquitar el curso con una racha similar de triunfos. De hecho, el técnico de Bailén llegó a superar el registro establecido en dos ocasiones por Luis Aragonés, al enganchar seis triunfos en las seis últimas jornadas, que le permitieron pasar de la zona media hasta la frontera de la participación europea.
Tras vencer a Murcia (1-4), Racing (3-1), Athletic (1-2) y Osasuna (2-1), llegó a las dos últimas jornadas en racha. Se impuso al Barça (2-3) en un duelo que llegó a ir perdiendo por 2-0 y puso el epílogo ante el Zaragoza (3-2), al que condenó al descenso de categoría.
Ahora, debe ganar y esperar.