Michael Pereira (Othys, 1987) estalla. El día después de que el dardo de Joaquín Caparrós le apuntara directamente, el futbolista francés abrió las puertas de su casa a Ultima Hora para detallar su estado anímico («estoy triste porque es inadmisible que te señale tu propio entrenador»), meditar en voz alta sobre la reacción del técnico y la discusión en los vestuarios («le dije al míster algo sobre la forma de jugar y ahí empezó todo...») y arremeter contra Serra Ferrer («no tenemos director deportivo ni sabemos donde acudir»). Consciente de las posibles consecuencias que provocarán sus manifestaciones, «después de estas palabras, me puedo esperar no jugar más», el interior habló alto y claro. Reflexivo, con el gesto torcido y la decepción por las circunstancias reflejada en el rostro, Pereira atendió a este periódico junto a su familia, con sus hijas -de dos años y nueve meses de edad- extrañadas de tanto bullicio, después de haber reflexionado sobre el episodio más triste de su carrera deportiva.—Joaquín Caparrós dijo que se había equivocado con su cambio. ¿Cuál es su estado anímico y cómo ha pasado las últimas horas?
—Dolido, muy dolido como siempre después de una derrota. Y muy sorprendido por las declaraciones del entrenador y que sea él quien pueda dudar de mi profesionalidad. Somos un equipo. Viajamos veinte hombres, veinte guerreros y siempre pensé que eramos un conjunto. Cuando ganamos, ganamos todos y cuando perdemos, perdemos todos. Esa debe ser la clave del éxito. Para mí no ganó el míster el miércoles y perdió Pereira el sábado. Asumo que no estoy al nivel que todo el mundo esperaba, pero no creo que la derrota en Valladolid fuera culpa mía. Y las declaraciones duelen. Son muy fuertes e inesperadas.
—¿Puede aclarar qué pasó en el vestuario con Joaquín Caparrós y su segundo Luciano Martín?
—No hace falta aclarar nada porque las cosas de la caseta no deben salir de ahí. Son momentos calientes. Nada más. Es entre el míster, el segundo y yo. Lo que ocurre dentro de un vestuario no se puede contar y más si son situaciones personales. Claro que discutimos porque perdimos y a veces es necesario hablar. Pero a mí, más que a nadie, le han dicho que no hable con la prensa, que hay que arreglar las cosas dentro del vestuario. Ahora salgo para defenderme porque me han echado la culpa. Y eso es impensable. Es como si yo señaló a un compañero porque falla un penalti y marca un autogol. Eso no se hace.
—Esta situación no es nueva. En verano ya estaba decepcionado porque Serra Ferrer no le recibía. ¿Qué puede suceder a partir de ahora?
—Conviene aclarar que antes que nadie está el club. Llevo aquí cuatro años, he tenido dos entrenadores, hubo otra directiva y nadie se ha quejado de mi compromiso ni de mi profesionalidad, ni dentro ni fuera del campo. Nadie me ha visto un sábado por la noche en el Paseo Martítimo... Pero ayer (por el sábado) mi propio entrenador me señaló. Tengo plena confianza en él y por el míster, y el club, hice muchas cosas. Se que la situación es complicada, que todo el mundo está tenso, pero no debemos olvidar el pasado. Hace unas semanas, él (por Caparrós) me pidió jugar lesionado y lo hice. Por él y por el club. A pesar de que me perjudicó porque después estuve varias jornadas sin jugar. Hace unos meses no acudí a una reunión con la Federación Francesa en Madrid porque el entrenador me dijo que, si iba, me perdería algún entrenamiento. Y no fui. Ahora duda de mi profesionalidad...
—¿Se está planteando salir del Mallorca por su relación con Serra Ferrer desde hace meses y con Caparrós a partir de ahora?
—No, porque es muy fácil para ellos buscar un culpable de esta situación. Pero me tengo que defender tras las declaraciones del entrenador porque es un ataque directo hacia uno de sus jugadores. Yo pelearé porque soy un profesional, es mi Mallorca y trabajaré para jugar. Hace dos años, lloré tumbado sobre el césped cuando nos salvamos. Lloré con todos mis compañeros y no echamos la culpa a nadie. Lloramos juntos porque nos salvamos. En estas situaciones, apuntar a un jugador es fácil. Sea yo u otro. Porque si mañana perdemos, ¿quién será el culpable? Así no vamos a arreglar esto.
—Le señalan como uno de los responsables de esta debacle ¿Se siente un cabeza de turco por la situación?
—Sí, exactamente, y no sé por qué el entrenador dijo eso. En otra situación, quizás esas declaraciones se hubieran visto de otra manera; pero ahora, con los malos resultados y lo que está sucediendo... me ha apuntado directamente.
—Esos problemas extradeportivos con Serra Ferrer, ¿están afectando a su rendimiento?
—Para jugar hay que estar bien y yo hace muchos meses que no estoy cómodo. Ya hemos hablado muchas veces sobre este tema, aunque aquí es muy difícil hablar con alguien porque parece que no tenemos director deportivo ni sabemos dónde acudir. Se puede criticar mi manera de jugar, mi rendimiento, todo lo que quieras... pero mi compromiso hacia el club y que duden de mi profesionalidad, no lo acepto. Hace tiempo que la afición no ha visto mi fútbol por muchas razones. Hace poco hablé con el entrenador sobre nuestra manera de jugar, donde puedo mejorar... Pero esa charla, que se queda entre él y yo, no acabó como yo esperaba. De hecho, ese es uno de los temas que provocó que el entrenador explotara contra mí...
—Porque le recriminó la forma de jugar...
—La forma de juego es del entrenador. Y tienes que cumplir. Pero somos profesionales y también tenemos que asumir nuestra parte. Yo reconozco que no estoy rindiendo como todo el mundo espera, pero también quiero que me dejen hablar sobre cómo puedo mejorar. Porque así me siento incapaz de hacer más y eso me duele por la situación del equipo.
—¿Cree que cuenta con el apoyo de la plantilla en sus reivindicaciones, en su petición al entrenador sobre el estilo?
—Hemos vivido cosas increíbles aquí y mis compañeros me apoyan. Pero también somos profesionales y si el entrenador dice que tenemos que jugar así, hay que hacerlo; aunque deberíamos poder discutir sobre la forma de juego y cómo podemos mejorar. No obstante, esa petición es mía y no del equipo. Es una discusión personal que tuve con él y jamás dije que el vestuario pensara como yo. Es una reclamación individual y lamento que no haya ido bien, aunque no me arrepiento de haberlo dicho. Después de estas palabras, me puedo esperar no jugar más porque las cosas se van a poner difíciles. Pero no dejaré de entrenar. Algún día, el Mallorca me va a necesitar y entonces tendré que estar preparado.
—Es decir, ¿cree que lo sucedido en Valladolid y estas declaraciones tendrán consecuencia en su futuro dentro del equipo?
—Sí, creo que sí. Primero porque estas declaraciones no son normales. Después, la discusión que he tenido con el entrenador. Sabía que podría tener consecuencias, me lo temía. Pero hay que avanzar. Todos los equipos suman y nosotros tenemos que buscar la fórmula para mejorar nuestro rendimiento. Esa es la clave para reaccionar.
—¿Se siente discriminado por su situación contractual?
—Es normal. A varios jugadores nos quedan poco tiempo de contrato. Eso es un asunto que no es mío y que negocia personamente una persona de mi confianza.
—¿Pero todavía no se ha arreglado?
—No, pero no creo que sea por eso que el míster me haya echado la culpa de una derrota ni de la situación tan complicada por la que estamos atravesando.
—Nikola Franco (su representante) dijo que si el tema de su contrato no se solucionaba, no descartaba acudir a los juzgados
—Es un tema personal porque cada uno defiende sus intereses. Nunca hemos hablado de la renovación con Nikola. Es más una situación incómoda, errores que hubo y por eso he solicitado una reunión.
—La reunión no es por la renovación, sino por un problema que quiere solucionar
—Sí, por un problema que aparece desde que Serra Ferrer llegó al club. Hoy en día hablar de dinero es complicado. Para él (por el ahora presidente en funciones) es muy fácil hablar de la renovación porque a un jugador que no renueva, todo el mundo lo puede tildar de mercenario. Es más fácil hablar de renovación y de dinero que de otros problemas. Si pueden demostrar que Nikola y yo hemos pedido una renovación, que lo hagan.