Michael Laudrup está deshojando la margarita sobre su futuro. Después de su rajada contra Serra Ferrer, el técnico danés abandonó la Isla para reflexionar. Laudrup se encuentra en una situación de muy difícil retorno. Su relación con el máximo accionista, después de la histórica rueda de prensa del pasado viernes, es irreconducible y es precisamente esa situación de máxima tensión que le hace plantearse seriamente arrojar la toalla, cerrar la puerta de la entidad y presentar su dimisión.
Por otro lado, el propio Laudrup mantiene un debate interno por su compromiso con la plantilla, su cuerpo técnico y la propia entidad. La fractura entre el técnico y el vicepresidente deportivo es total, pero el entrenador danés mantiene la confianza del vestuario, la fidelidad de todo su grupo de colaboradores, principalmente de su segundo Miquel Angel Nadal -también accionista de la SAD- y el apoyo de una porción notable del consejo de administración. Incluso desde dentro del órgano de gobierno del club han salido voces apostando por la renovación del entrenador...una quimera si se mira desde el prisma actual.
Y es que el técnico se encuentra más fuera que dentro. Encendió la mecha, roció de gasolina la sala de prensa, y es consciente de que no hay vuelta atrás. La única salida que se vislumbra en el horizonte parece ser su dimisión.
Desde las entrañas del mallorquinismo sospechan que Laudrup regresará de su retiro espiritual con la carta de despido bajo el brazo. Porque la convivencia, en el caso de que continúe, se antoja imposible.
Los días entre Laudrup y Serra, las concentraciones, los viajes... pueden ser eternos y el danés tampoco está dispuesto a arrojar su prestigio por la borda. Prefiere irse antes de que le puedan destituir por los malos resultados porque también está en juego su caché.
Con el futuro económico asegurado, Laudrup está dispuesto a perdonar todo su contrato -unos 700.000 euros anuales- si la situación permanece inalterable. El técnico no entiende cómo es posible que Serra haya tropezado dos veces en la misma piedra -con el tema del delantero- y, sin embargo, todo quede como estaba.
A él, en cambio, le exigirán resultados. Si el equipo no marcha, será la diana perfecta para los dardos de la crítica.
Es por ello que medita su futuro en su país. Allí, por cierto, la prensa se pregunta qué le habrá podido pasar a un hombre tan frío como Laudrup -un ídolo en Dinamarca- a explotar como lo hizo el pasado viernes. No se le recuerdan salidas de tono. Qué le habrán hecho, se preguntan...