De un tiempo a esta parte cada partido del Mallorca se ha convertido en un sin vivir en busca de una victoria que garantice la permanencia en Primera. Hoy puede ser el día, pero también puede que no lo sea. Una victoria cerraría la temporada y situaría al Mallorca con 46 puntos, un empate lo dejaría todo más o menos decidio, pero con dudas, es decir, ni blanco ni negro, y una derrota supondría que los fantasmas del descenso se acomodasen de nuevo en el autocar del equipo balear.
Pocas veces 90 minutos dan para tanto. O se toca el cielo o se cae al infierno, casi no hay término medio para una docena de equipos. Michael Laudrup dijo ayer que nunca en los años que lleva en Palma había visto cómo el equipo que ocupa la novena posición está en peligro de descender. Ni lo había visto Michael ni casi nadie por aquí y quien más quien menos tiene miedo a dar un paso en falso y meterse en el lodazal del descenso a Segunda División.
Estado de ánimo
En una semana muchos equipos se juegan toda la temporada y eso puede repercutir directamente en el estado de ánimo de los futbolistas, no sólo en los del Mallorca sino en todos los que están de una manera u otra implicados en el descenso. En situaciones como esta cuenta la calidad, pero también manejar los tiempos, los nervios, la ansiedad, en definitiva, el otro fútbol. Es cierto que hay equipos más metidos en líos que otros, pero pocos pueden sacar pecho de la novena posición hacia abajo. De hecho el Almería está ya descendido y el Mallorca hoy puede dar el empujón definitivo al Hércules. Pero a estas alturas la alegría de unos choca con el drama del rival. Es lo que hoy puede suceder en el Rico Pérez, donde el Mallorca busca una victoria que le permita de una vez por todas dejar el fútbol aparcado y empezar a centrarse en la próxima temporada.
El plan para ganar hoy pasa principalmente por no ser el equipo que ha jugado estos últimos partidos como visitante. Las referencias de Riazor, la Rosaleda y Santander no invitan al optimismo y si el grupo no varía su actitud, poco o nada sacará en claro en un campo donde la desesperación es tal que se ha dejado todo a merced de un milagro, aunque en fútbol los milagros hace tiempo que dejaron de existir. Sin Aouate ni Tejera, el equipo no debe diferir mucho del que jugó frente al 'submarino amarillo', entre otras cosas porque el plan pasa también por alejar al máximo la delantera rival del área mallorquinista.
Uno de los grandes hándicaps del Mallorca está en el déficit de partidos ganados lejos de Son Moix. Esta temporada, al igual que la anterior, sólo ha ganado tres y en todos ha encajado como mínimo un gol, por lo que conseguir tres puntos es una labor que se hace mucho más difícil.
Hoy el plan es claro: ir, jugar, marcar, no encajar, sumar tres puntos y cerrar la temporada. No hay más que hablar. Ejecutarlo es otra cosa y más ante un equipo como el Hércules que se juega la vida en noventa minutos. La última noticia del rival la dio Nelson Haedo Valdez, delantero paraguayo del Hércules, que finalmente podrá disputar el encuentro contra el Mallorca después de que el Comité de Competición haya dejado sin efecto la tarjeta roja que vio contra el Racing de Santander la última jornada.
Es una alternativa más para el técnico Miroslav Djukic, que se agarra a la última esperanza para salvar al equipo del descenso a Segunda. Una esperanza mínima porque ni ganando todos los partidos tiene garantizado el éxito. Así de cruel.