La historia ha sido perezosa con el fútbol menorquín. Ha tardado más de dos décadas en situar de nuevo a Menorca en el mapa de la Primera División. Desde que Joan Capó vistiera la zamarra del Sabadell, ningún otro jugador isleño había logrado convivir con la elite. Hasta que llegó Sergi Enrich, ese tipo de sonrisa perenne que inició sus días como futbolista actuando en el centro del campo. Así lo recuerda Tòbal Tudurí, el puente que facilitó su llegada al Mallorca. Dicen que su tía, que residía por entonces en Palma, fue clave en la operación, porque el club no podía permitirse pagar el alojamiento de un jugador en edad cadete. Ahora, con 20 años, acaba de cumplir el sueño de su vida y aquellos que lo hicieron con anterioridad -Pío y Capó- le recetan «prudencia y humildad».
Todo nació en la primera edición del torneo internacional de Es Castell, allá por el 2003. Aparecían en el cartel Barcelona, Real Madrid, Mallorca y Atlético Villacarlos. Tòbal Tudurí, por entonces coordinador del club -ahora ejerce como técnico del Penya Ciutadella- decidió reclutar a algunos de los mejores futbolistas de Menorca para reforzar al equipo de Es Castell. Citó a Enrich, que ya destacaba por su corpachón y creatividad en el Penya Orient. «Recuerdo que hizo un partidazo ante el Barça, que empezó a seguirle desde entonces», explica Tudurí. «El era mallorquinista, hasta tal punto de que, cuando pedimos a los chicos en el vestuario de qué equipo eran, todos respondieron que del Madrid o el del Barcelona salvo él, que dijo que era del Mallorca. Yo tenía buena relación con el club y se lo aconsejé a Paco Navarrete -miembro de la dirección deportiva- y creímos que el mejor camino para llegar hasta arriba era que se fuera al Mallorca», precisa. Enrich se vino a Mallorca a vivir con su tía. Curiosamente, Sergi Enrich había destacado en la Isla como un gran mediocampista. En su proceso de reciclaje fue determinante Manolo Molina, ex delantero del Mallorca y que habitaba en las categorías inferiores del club: «Uno llega a la conclusión de que no sabe de fútbol, porque no es hasta su primer año en el Mallorca cuando pasa a jugar de delantero centro. Molina tuvo mucho que ver en eso», expone Tudurí. «Yo no lo descubrí, simplemente era el mejor. Para mí es un orgullo ver hasta dónde ha llegado, es un hecho histórico», remata.
Hacia la misma dirección apunta José Fluvià «Pío», el que hasta el pasado domingo era el último menorquín en jugar con el Mallorca en Primera: «Estoy muy contento, es una gran satisfacción. Yo también lo hice a su edad y ahora lo que necesita es un poco de suerte para poder seguir y poder entrar en algún que otro partido, eso le daría una fuerza bárbara para poder llegar a ser un futbolista consolidado en Primera División».
Otro de los nombres que Menorca guarda en sus libros de historia con letras de oro es Joan Capó, que da la bienvenida a Enrich: «Ya era hora», exclama entre risas al ser interrogado sobre la aparición del delantero. «Todo cuesta mucho sacrificio, sobre todo para un jugador de Menorca. Si no te vienen a buscar, es más difícil. Pero es un orgullo, se le recordará que es de Ciutadella durante mucho tiempo», explica el ex futbolista menorquín.