Nadie se quiso perder la gran final de la Champions League de fútbol sala, el partido en el que el Mallorca Palma Futsal peleaba con el Sporting Club de Portugal por ser el rey de Europa. Nadie, a excepción del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, que fue el gran ausente en un palco de autoridades en el que su vicepresidente, Miquel Bestard, junto al presidente de la Federación Balear, Pep Sansó, y el director de fútbol de la UEFA, Zvonimir Boban, encabezaron la representación federativa en el Velòdrom Illes Balears.
Horas después de acudir a la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y Osasuna en el estadio de La Cartuja, en Sevilla, Rubiales alegó motivos de agenda para excusar su comentada ausencia en Mallorca, donde uno de sus equipos disputaba un encuentro histórico para el fútbol sala balear y español.
Si no faltó nadie a nivel político (Armengol, Cladera, Hila...), sí llamó la atención que el máximo responsable de la RFEF no estuviera al lado de uno de sus clubes en una jornada irrepetible. Y en un torneo que se jugaba en suelo español.