En una edición de La Vuelta en la que un mallorquín -Enric Mas- aspira a subir a lo más alto del podio en Madrid, la ronda española conmemora 75 entregas en la que está llamada a ser una de las más atípicas de su largo devenir. La pandemia ha derivado en un cambio de fechas inédito -se corre a caballo entre octubre y noviembre- y medidas como la prohibición de público en las llegadas en alto.
Las Bodas de Brillantes de La Vuelta obligan a echar la vista atrás y recordar con honores a los pioneros, los héroes de aquella primera entrega, disputada entre el 29 de abril y el 15 de mayo de 1935, con Madrid como lugar de salida y llegada. Medio centenar de héroes de siete nacionalidades (32 españoles, 6 belgas, 4 italianos, 2 austríacos, 2 franceses, 2 holandeses y 2 suizos) entre los que se hallaba el primer ciclista mallorquín en inscribir su nombre en el libro de historia de la carrera.
El que mostró el camino fue Rafael Pou Sastre (Algaida, 1909-Palma, 1936), quien poco más de un año después de sentar un precedente en La Vuelta fallecería tras un accidente entrenando tras moto en el velódromo palmesano de Tirador.
Portaba el dorsal número 10 y sus mejores resultados parciales fueron dos octavos puestos en las etapas octava (Tortosa-Valencia) y novena (Valencia-Murcia). Acabó en la general en el puesto 27, de entre los 29 titanes que lograron completar el exigente recorrido de 3.265 kilómetros repartidos en 14 etapas, destacando la de 310 kilómetros entre Zaragoza y Barcelona.
El vencedor final fue el belga Gustaf Deloor, con un tiempo de 120 horas, 1 minuto y 2 segundos. Rafael Pou acabó a 4 horas, 10 minutos y 53 segundos del vencedor, pero logró la gesta de regresar a Madrid.
Con victorias en la Vuelta a la Comunidad Valenciana (1933), podios en la Barcelona-Reus-Barcelona y el Gran Premio de Vizcaya (1935), además de destacadas actuaciones en la Volta a Catalunya, Rafael Pou fue un pionero en la preguerra. Ahora, Enric Mas cierra, 75 ediciones después, ese círculo histórico.