Rafel Llinàs Vallespir, maestro de la vela balear, ha fallecido este viernes en Palma a los 89 años.
La noticia ha causado una gran consternación en el mundo de la vela, especialmente en los clubes náuticos donde Llinás dejó su impronta.
Mestre Rafael llegó al mundo de la vela por casualidad y sin ningún conocimiento previo, pero su capacidad organizativa, logística y de trabajo, y sobre todo su buena sintonía con los jóvenes regatistas de la clase Optimist (8 a 16 años), a los que «manejaba con disciplina y mucha mano izquierda», según recuerda su hijo Emiliano, lo convirtieron en un «elemento indispensable» para la evolución de este deporte en Mallorca.
Bajo su tutela dieron sus primeros bordos deportistas como Jordi Calafat, campeón olímpico en 1992 y ganador de una Copa América, o José Carlos Frau, subcampeón del mundo de Optimist en 1983, aunque, como el propio Rafel Llinás reconocía en una entrevista hace dos años, su fama no era fruto de sus conocimientos técnicos, sino de la pasión que ponía en su trabajo.
El legado educativo de Mestre Rafel está plenamente vigente. Así lo reconocen quienes tomaron su relevo y admiten seguir aplicando, más de 30 años después, parte de su metodología. Tal es el caso de Jordi Castro, uno de los responsables de la sección de vela ligera del Real Club Náutico de Palma, a quien cedió su puesto en 1999, o Pedro Marí, regatista y entrenador de 420 de este mismo club, que lo tuvo de monitor en sus primeros años.
«Mestre Rafel tenía mucha mano con los pequeños y con sus padres, hacía que éstos se implicaran y se ocupaba de todo, de los traslados en su furgoneta e incluso de montar una tienda de campaña extensible para que durmiéramos en ella cuando competíamos fuera de nuestro club. Esto es impensable hoy en día, pero que en aquel tiempo era normal», rememora Marí.