Simon Yates pasará a la historia y será recordado como el ganador de La Vuelta 2018. Tras 3.249 kilómetros, la carretera ha dictado sentencia y el corredor del Mitchelton-Scott prolonga el idilio del ciclismo británico con las rondas de tres semanas. Eso sí, la edición que ayer acabó en Madrid, a la sombra de la diosa Cibeles, ha servido para dar al deporte mallorquín un nuevo argumento para ilusionarse y presumir de una generación dorada que no para de coleccionar éxitos, horas después del ya tricampeón mundial Mario Mola. El último, tan histórico como inesperado, llegó ayer de la mano de un ciclista ‘artanenc' de apenas 23 años que, a su vez, se ha reafirmado como la gran esperanza del deporte del pedal en un país que reclama un relevo generacional en el que un corredor isleño enrolado en el histórico Quick Step tiene mucho que decir.
Enric Mas Nicolau pisó el segundo peldaño del podio de la general, y lo hizo tras explotar y emocionar en la etapa exprés de Andorra, en su hábitat natural. Antes, impartió magisterio contra el crono camino de Torrelavega, mantuvo el tipo en los Lagos, brilló en el Monte Oiz y siempre estuvo a la estela de los mejores, sin perderles de vista, sabedor de que sus opciones pasaban por no ceder tiempo.
Enric, además, ha derribado dos barreras hasta ahora infranqueables para el laureado ciclismo mallorquín, acostumbrado a coleccionar títulos mundiales y medallas olímpicas, pero desde hace décadas huérfano de alegrías de esta dimensión sobre el asfalto. Setenta años después que Bernat Capó (tercero en 1948), Mas vuelve a poner acento balear al podio de La Vuelta. Más alto que nunca y siendo los únicos capaces de acabar entre los tres mejores en una de las tres ‘grandes'. Después de 42 años, Enric permitió que muchos vieran por primera vez a un mallorquín ganar una etapa en la ronda española y recogió el testigo de Vallori. Y doce años más tarde, dio un triunfo parcial en una ‘grande' a nuestra Isla, siguiendo los pasos de Joan Horrach en aquel loco Giro de 2006. Para rematarlo, tres lustros después de Alejandro Valverde, un español menor de 24 años holla el cajón de La Vuelta y destila ilusión ante una afición necesitada de estímulos. Los que le sobran a la mallorquina… Y a la de Artà.