El británico Andy Murray alcanzó por séptima vez las semifinales de Wimbledon al derrotar al francés Jo-Wilfried Tsonga, por 7-6 (10), 6-1, 3-6, 4-6, 4-6 y 6-1 en tres horas y 54 minutos, para lograr además su victoria número cien sobre hierba.
Un saque directo, el 14 de su cuenta, sirvió para cerrar su victoria, y Murray se medirá en su vigésima semifinal del Grand Slam contra el checo Tomas Berdych, finalista hace seis años ante el español Rafael Nadal, que se impuso al francés Lucas Pouille por 7-6 (4), 6-3 y 6-2 en una hora y 54 minutos.
El número dos del mundo, campeón en 2013 en el All England, mantuvo su récord contra Tsonga, ahora de 13-2, ganando sus cinco encuentros sobre césped, dos de ellos en estas pistas en 2010 y 2012. Con el triunfo de este miércoles igualó con el sueco Bjorn Borg, en la séptima plaza de victorias en Wimbledon, 51, desde que comenzó la Era Open.
Murray, como Federer, no había cedido un set en los cuatro partidos anteriores. El suizo necesitó cinco también hoy, y salvar tres bolas de partido para imponerse al croata Marin Cilic, por 6-7 (4), 4-6, 6-3, 7-6 (9) y 6-3 en tres horas y 17 minutos.
Tsonga, dos veces semifinalista de este torneo, en 2011 contra Novak Djokovic y 2012 contra Murray, mantuvo la tensión del encuentro hasta el cuarto set, cuando cedió su saque en el sexto juego (4-2).
Parecía que el gigante francés se iba a derrumbar, sobre todo porque Andy tuvo dos oportunidades para marcar el 5-2, pero sacó fuerzas de flaqueza para romper a Murray a continuación y volverlo a hacer después para ganar el cuarto parcial, y llevar el nerviosismo a los aficionado de la central.
También gritaban los que llenaban la «Colina de Henman», tradicional emplazamiento donde disfrutan del «picnic» mientras siguen los partidos de la central desde una pantalla gigante.
«No hay forma, estoy perdiendo este partido», exclamó Murray a su palco, donde Jamie Delgado y el impasible Ivan Lendl, sus técnicos, le insuflaban fuerzas para que se olvidara del cuarto set perdido.
La energía le llegó en el segundo juego del quinto parcial, cuando una combinación de genial resto y no menos genial volea sirvió para romper a Tsonga por quinta vez durante el duelo. La brecha se había abierto.
Quedaban apenas 40 minutos de luz, cuando Murray apretó el acelerador hasta el fondo, mientras el francés se desesperaba, cedía dos veces su saque, y desarmado, encajaba un severo correctivo que destrozaba sus ilusiones.