Miquel Àngel Moyà Rumbo (Binissalem, 1984) no podrá intervenir el sábado en el encuentro más especial de su vida. En una esquina estará el Valencia, el club que le fichó este verano para instalarse entre la aristocracia del fútbol europeo y pelear por títulos. En la otra, su Mallorca, la entidad que le formó como futbolista y la que le abrió las puertas del éxito. Sin embargo, todo apunta a que tendrá que seguir el enfrentamiento desde el banquillo. Señalado por Unai Emery como uno de los culpables del intermitente arranque de los levantinos, el binissalemer vive ahora a la sombra de César y su radio de acción sólo alcanza la Copa del Rey y la Europa League. En cualquier caso, él está más tranquilo. Asegura que es «feliz» en la capital del Turia y que tarde o temprano le llegará otra vez su momento.
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