Manzano quiere abrirle los ojos a su plantilla. El técnico del Mallorca no está dispuesto a que sus jugadores se dejen llevar por el terremoto que sacude al Manzanares y cree que mañana (18.00 horas) se enfrenta a un encuentro cargado de trampas. «El resultado del Atlético en Londres y su delicada situación nos perjudican porque el vestuario está rabioso por alcanzar una victoria que les tranquilice y les devuelva a la normalidad. Querrán resarcirse y eso nos crea una dificultad añadida», recordaba ayer el jienense a modo de advertencia.
El máximo responsable de la plantilla balear conoce muy bien el peculiar estilo de vida del club rojiblanco y no se fía un pelo de lo que viene ocurriendo en el Calderón desde que arrancó la temporada. «El Atlético, en su conjunto y en su dimensión, es superior al Mallorca y en su estadio siempre va a ser favorito», insistía. «Quizá llegan a este partido con urgencias y en una situación en la tabla que no le corresponde, pero debemos andarnos con mucho cuidado».
Manzano también aprovechó el discurso previo a la jornada para prestarle atención a la situación que vive estos días su colega Abel Resino. El de Bailén cree que la crisis atlética obedece a la concatenación de una serie de circunstancias, aunque descarta que se trate de una alianza entre los jugadores, tal y como se especula en algunos foros: «Personalmente, creo que los jugadores no le han hecho la cama a Abel, pero tampoco tengo elementos para asegurarlo. Creo que no le han salido las cosas y que el equipo ha entrado en una dinámica negativa y de frustración que les ha llevado a perder la confianza. Pero no creo que haya habido una conspiración de la plantilla contra el entrenador».
En esa misma dirección, Manzano valoró la posibilidad de que Abel fuera destituido antes de recibir la visita del Mallorca. «Todo cambio de entrenador, en cualquier equipo, es un arma de doble filo», comentaba. «Cualquier técnico puede aportar nuevas ideas y hacer cambios, además de incentivar a ciertos jugadores que igual antes no contaban tanto. El cambio de entrenador sería para nosotros más perjudicial que beneficioso, pero eso no lo podemos controlar», matizaba.
Con respecto al encuentro en sí, Manzano se ha marcado el objetivo de lavar la imagen ofrecida en Gijón hace unas semanas. «Debemos hacer nuestro partido y hacerlo mucho mejor de lo que lo hicimos en Gijón, ése es nuestro objetivo», destacaba. «Hasta ahora no hemos podido o no hemos sabido ganar como visitantes. Lo que debemos intentar es mejorar la imagen de Gijón y no entregar el partido tan pronto como en Sevilla, además de reaccionar como lo hicimos en Villarreal. En el Calderón hay que mantener una línea de juego similar a la que tenemos en Son Moix».
Lo que tiene muy claro Manzano es que el Mallorca no contará con la ayuda del Calderón. Interrogado acerca de la posible respuesta del público en el caso de que los baleares se adelanten en el marcador, el andaluz cree que la atlética «es una afición muy fiel y cuando las cosas no salen bien manifiestan su disconformidad, pero cuando el equipo la necesita siempre está ahí». Según el técnico, los rojillos deben olvidarse de ese factor y prepararse para sufrir la presión de las gradas: «Supongo que aparcarán sus protestas para ayudar al Atlético. Ahora bien, si nos ponemos por delante y controlamos el partido igual les damos un disgusto, pero de inicio estarán con los suyos. No sé cómo se va a desarrollar el partido, pero creo que debemos aislarnos de todo esos factores porque los debe controlar el Atlético».
Manzano abundó aún más en el asunto y recordó que el Atlético, pese a su dinámica descendente, es uno de los conjuntos con argumentos de la Liga: «No deberíamos confiarnos ni ir relajados, ni pensar que ganaremos fácil. Sólo debemos centrarnos en que el Atlético presentará un once con garantías deportivas suficientes para ganar. Si no lo hacemos bien en ese once contra once, no nos traeremos nada porque ni el público ni el entrenador juegan».
El técnico mallorquinista, que no es partidario de hablar ahora de los posibles refuerzos de invierno («salvo que haya alguna catástrofe en forma de lesión no corresponde hablar de eso») sí que admite que regresar al Calderón es especial para él: «Yo viví allí un año muy especial como el del Centenario y lo recordaré siempre. Aprecio la casa y sé que soy querido, quizá más como persona que como entrenador. Pero ahora soy entrenador del Mallorca y haré lo posible por traerme los tres puntos», sentenciaba.