Con el primer equipo en la ventanilla para sellar su pasaporte de Primera División por décimotercera temporada consecutiva, por los pasadizos de la entidad comienzan a hacer números. El Mallorca estudia convocar una ampliación de capital por un valor cercano a los 20 millones de euros para abrir las puertas a nuevos mecenas que taponen la herida económica de la entidad. Esta vía de escape parece ser la mejor solución que el Mallorca ha encontrado para tratar de generar fondos propios que le aporten liquidez sin necesidad de acudir a préstamos bancarios y fortaleza en un futuro para no vivir en el alambre de la quiebra técnica ante cualquier mínimo desfase presupuestario.
Sería la sexta ampliación que se realiza en el club desde su conversión en SAD en el verano de 1992 y tendrá que ser aprobada en junta general extraordinaria en la que se fijará definitivamente la cantidad, las condiciones en que se cubrirá, desde el precio de las acciones hasta las sucesivas rondas en las que se podrá ir suscribiendo.
El plan trazado por los actuales gestores de la entidad pasa por repetir el pacto de 2003, es decir, lograr la incursión en el accionariado del mayor número posible de empresarios mallorquines. Tal y como subrayó Xavier Cabotà, presidente del Consejo Asesor de la SAD balear el pasado jueves, en caso de no encontrar un comprador a finales de mayo, se apostará por el plan B: recaudar una cantidad mínima exigible a través de aportaciones individuales de diversos hombres de negocios isleños: «Hay hasta cinco posibilidades para despejar el futuro de la entidad. Y debemos ir fase a fase. Si hay 20 señores o 50 que depositen un 2%, como es mi caso, el problema estaría resuelto», apuntó Cabotà, que resaltó la necesidad de encontrar una solución «lo antes posible. Si es hoy, mejor que mañana».
Las diferencias entre el pasado -de bonanza económica hace cinco años- y el presente -en una crisis mundial- dificultan todavía más la operación. Pero la maquinaria ya está en marcha. Una vez puesta sobre la mesa la situación financiera real del club bermellón, con un déficit ligeramente superior a los 32 millones de euros -prácticamente el doble que cuando Vicenç Grande accedió a la presidencia-, ha llegado la hora de mover pieza.
Las deudas se amontonan en las arcas de la entidad. El club echará el candado a la presente temporada con unas pérdidas cercanas a los 12 millones de euros y la necesidad de vender a los principales activos (Juan Arango, Miquel Angel Moyà...) se antoja imprescindible para subsistir.
De momento, desde la planta noble aseguran que no hay ningún comprador, aunque sí que manifiestan públicamente la existencia de llamadas de personas interesadas en adquirir el paquete accionarial de la entidad. Aunque el equipo asegure mañana la categoría, su futuro seguirá estando en juego en los despachos.