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Fútbol/Real Mallorca

Oportunidad perdida

El Mallorca cede un empate en Montjuïc tras desperdiciar una ventaja de dos goles (3-3)

Nunes y Luis García en un lance del partido disputado ayer en Barcelona. Foto: LABERTO ESTEVEZ

El Mallorca sigue teniendo los pies en el barro. En un partido de dirección inversa al que rescató hace ocho días ante el Betis, los bermellones malgastaron una ocasión única para escapar de la zona de conflicto y abandonar a otra víctima por el camino. A diferencia de lo que pasó aquella vez en el ONO Estadi, el conjunto de Manzano fue incapaz de gestionar una renta de dos goles jugando en superioridad númerica y aplazó otra semana su despegue definitivo. Si la clasificación se sigue comprimiendo, es probable que los rojillos recuerden con mucho dolor su trayecto por Montjuïc (3-3).

Paciente y ordenado, el cuadro balear permitió que los de Pochettino asumieran el gobierno del duelo. Entre otras cosas, porque era consciente de que si no se abría ninguna grieta en su sistema de seguridad, los pericos acabarían arrodillándose víctimas de su ansiedad. Pese a todo, al Espanyol le costó fabricar alguna acción destacable durante el prólogo del partido y hasta que se agotó el primer cuarto de hora apenas ofreció señales de vida en ataque.

Tamudo, ultramotivado, levantó a las gradas con un tanto bien anulado por Ayza Gámez, aunque justo a continuación Aduriz estuvo a punto de abrir el fuego en un mano a mano que cayó del lado de Kameni. Esas ocasiones propiciaron que ambos equipos volvieran a encogerse y el encuentro sufrió un apagón del que no se recuperó hasta que se asomó al descanso. El encargado de arreglarlo fue otra vez Tamudo, que no supo optimizar un resbalón de Navarro en el área de Aouate. El de Santa Coloma estampó el balón contra el palo derecho del israelí y aunque no varió en nada el paisaje de la batalla, sí que logró prenderle fuego a las gradas de Montjuïc.

Empujados por casi treinta mil gargantas, los catalanes cosieron los mejores momentos del partido y al Mallorca se le empezaba a acumular el trabajo. Hasta que emergió Arango. El venezolano, que hasta entonces se había movido de puntillas, se asoció con Kameni para extraer oro de un libre directo escorado y le asestó un golpe durísimo a la escuadra espanyolista. A sangre fria. En el momento justo (minuto 38).

En cualquier caso, uno y otro reservaron la pólvora para el segundo acto. El primero en mover ficha fue el Espanyol, que recuperó el pulso tras una serie de rechaces que acabaron en las redes rojillas gracias al oportunismo de José Callejón (minuto 56). El partido se reiniciaba y al Mallorca le tocaba nadar contra la corriente en el tramo menos indicado. Aun así, supo levantarse. Lo hizo mediante una contra bien trenzada y un mal disparo de Aduriz que fue a parar a los pies de Cléber. El brasileño remató a quemarropa y enfrió el ambiente, que por entonces ya era infernal.

Cinco minutos más tarde el Mallorca volvió a hallar un diamante, esta vez en forma de expulsión. Moisés Hurtado se quitó de encima a Aduriz con un codazo en el centro del campo y dejó al Espanyol con un hombre menos. Todo parecía encarrilado, sobre todo después de que Jurado dejara su firma con una parábola de fabricación casera que parecía despachar definitivamente la cita (minuto 70).

Pero el Espanyol, que durante la semana debió repasar la visita del Betis a Son Moix, se negaba a bajar los brazos. Se metió en el partido con un tanto balsámico de De la Peña y decidió ponerlo sobre el tapete. Los isleños, por su parte, generaban peligro cada vez que cruzaban la medular, pero le temblaban las piernas cuando el anfitrión se rebelaba. Y como se resistía a cerrar el encuentro, lo acabó pagando. En una de las avalanchas locales, el árbitro señaló un libre indirecto en el área y Nené coló el cuero por la única rendija que no estaba cubierta. Las peores sospechas se confirmaban.

Con el partido despedazado, el Mallorca siguió intentándolo y estuvo a punto de conseguirlo, pero el tren ya se había marchado.

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