Vitor Aníbal Tempurao Martins, el presunto asesino de su suegra en la Colònia de Sant Jordi, declaró en repetidas ocasiones antes del crimen que, a pesar de haberse separado de Andrea, la hija de la víctima, no tenía ninguna intención de abandonar la casa de la urbanización de Ses Colònies. «No tengo dónde ir y no pienso irme de esta casa», manifestó en sede judicial al ser denunciado por algunos altercados ocurridos en la vivienda.
De hecho, el detenido, la víctima, Erika Röhnig, y la que hasta entonces había sido su pareja compartían el mismo techo a pesar de que las peleas eran continuas y el portugués había sido acusado de romper muebles, montar escándalos y amenazarlas.
La convivencia, al parecer, era muy complicada debido al carácter extremadamente violento y explosivo de Vitor Aníbal, que se acentuaba cuando consumía grandes cantidades de alcohol. De cualquier manera, la víctima, Erika, había intentando por todos los medios reconducir la situación familiar e incluso se prestaba a llevar en su coche a su yerno, ya que había perdido el carnet de conducir recientemente.
Hace unos años, Vitor Aníbal ya fue condenado por agredir a policías y guardias civiles en la Colònia de Sant Jordi. Los agentes resultaron con contusiones y heridas que tardaron varios días en curar.
El detenido en estos momentos permanece recluido en los calabozos de la Guardia Civil de Campos, a la espera de prestar declaración en sede judicial. El crimen fue descubierto porque los gritos desesperados de Erika alertaron al vecino de una finca colindante, que dio aviso a los equipos de emergencias. Cuando policías, guardias civiles y sanitarios entraron en el chalet se encontraron con una escena dantesca: La mujer yacía tumbada en el suelo con la cabeza destrozada a golpes, ya que recibió una lluvia de patadas y puñetazos y también fue atacada con un hacha; y se encontraban en medio de un gran charco de sangre.
El acusado, que se encontraba como ido, fue arrestado allí mismo y no ofreció resistencia.