El nuevo Mallorca ha puesto el contador a cero. En medio de un agitado verano y con todas las puertas del club aún abiertas, la plantilla que dirige Gregorio Manzano instaló ayer su campamento base entre las montañas de Kössen, donde permanecerá prácticamente aislada hasta el próximo día 26. En un marco idílico, con los Alpes austriacos de fondo y la compañía de un clima perfecto para trabajar el físico, jugadores y cuerpo técnico compartirán trece días de concentración en los que se montará la estructura del nuevo proyecto. Ahora sólo se trata de volver a empezar. La duodécima excursión consecutiva por la azotea del fútbol español ya ha comenzado.
Nada más llegar a su retiro tirolés, la expedición balear (formada por 24 jugadores y doce integrantes del cuerpo técnico) se encontró con una temperatura notablemente inferior a la que había tenido que soportar en Palma (12 grados) y todas las facilidades del mundo para disfrutar de unas jornadas de convivencia perfectas. Sobre todo, porque Kössen ha acogido al Mallorca con el mismo entusiasmo que cuando conquistó por primera vez en estas tierras, hace algo más de una década. El hotel Sonneck servirá de cuartel general al equipo durante la estadía, aunque no será el único punto de referencia, ya que los tentáculos bermellones se extenderán por toda la localidad durante las dos próximas semanas.
Antes de acomodarse en su campamento estival, el Mallorca fue víctima de una mañana especialmente ajetreada. La plantilla estaba citada a primera hora de la mañana en Son Moix para dirigirse a Son Sant Joan y embarcarse, cinco minutos antes de la nueve de la mañana, en la panza del Air Berlín que tenía que trasladarle directamente a Munich después de sobrevolar el agitado cielo alpino. Sin embargo, la congestión que sufría a esas horas el aeropuerto palmesano retrasó en casi cuarenta minutos la salida del grupo. Tras un viaje de poco más de una hora y media animado por las turbulencias, la formación aterrizó en la capital bávara y se subió después al autocar para recorrer los 150 kilómetros que le separaban de Kössen. En el aire, Manzano, que compartía su fila del avión con Lux y uno de los hermanos Castellano, destacó por su seriedad durante el vuelo, mientras que los jugadores intentaban matar el tiempo escuchando música a través de su iPods de última generación.
A diferencia de otros años, el trayecto por tierra resultó especialmente lento. La lluvia y los atascos ralentizaron en exceso el viaje y por el camino hubo que digerir alguna que otra imagen de lo más desagradable, como la de una brutal accidente que colapsó una de las autopistas del sur de Alemania en sentido Munich. Sobre las dos de la tarde, la plantilla accedió a las dependencias del Sonneck y tras coger fuerzas sobre la mesa y proceder al reparto de habitaciones, disfrutó de una merecida siesta antes de arremangarse de nuevo. Y es que, a partir de ahora, la vida del grupo transcurrirá entre el campo de fútbol y el bosque. Serán casi dos semanas de máxima intensidad en las que su única preocupación será cargar las pilas para afrontar la temporada que emerge con todas las fuerzas posibles.
Con respecto a las ausencias, el único jugador que falló a la cita es el delantero Pierre Achile Webó, que tiene permiso del club para incorporarse al stage el próximo día 20.
Además, ese mismo día está previsto que lleguen a Kössen el director gerente de la entidad, Pere Terrassa, y el director deportivo, Nando Pons. En principio, Vicenç Grande no tiene entre sus planes visitar al equipo, aunque no está descartado que se deje ver por el Tirol la semana que viene.