«Aquí hay dos periodistas que quieren pasar, cambio». «No, aquí no puede acceder nadie. Sólo los alemanes, corto». Es una conversación captada ayer entre dos de la legión de guardias de seguridad que protegen el habitual estadio de Son Moix, un escenario tomado por la selección alemana de fútbol.
Nada se mueve por el ONO Estadi sin una orden alemana. Nada. Sólo los rectores del club pueden acceder a unas instalaciones que se han convertido en un búnker. El resto de los mortales deben estar alejado a cientos de metros a la redonda. Sólo los periodistas teutones, algunos más que otros, y con la acreditación bien visible colgada en el cuello, pueden hacer su trabajo estos días por el Camí dels Reis.
Desde primera hora de la mañana, el acento germano predomina por el domicilio habitual del Real Mallorca, que no deja de ser un extraño en su propia casa. La Federación Alemana de Fútbol (Deutscher Fußball-Bund) ha pagado por el alquiler del recinto y no quiere que nadie interceda en la preparación de la selección para la Eurocopa de Austria y Suiza. Es el combinado que más torneos continentales suma (3, 1972, 1980 y 1996) y persigue su cuarto entorchado.
A media mañana, el espectacular autocar que desplaza al combinado de Joachim Löw, un ex futbolista de perfil bajo que pasó de ser ayudante de Jürgen Klinsmann a asumir el mando de la selección, aparece por Son Moix. El vehículo es una de las atracciones de la preparación. Forrado por cientos y cientos de fotografías de aficionados germanos, es el objeto de numerosos flashes en su recorrido habitual desde el Hotel Arabella Sheraton hasta Son Moix o la Ciudad Deportiva. Las fuerzas de seguridad escoltan la travesía.
El ONO Estadi es lo más parecido al Allianz Arena de Munich. Toda la publicidad estática está en alemán. Un letrero gigante recibe a los internacionales en la entrada al campo. Y bajo el Fondo Norte han construido un gimnasio espectacular para que los convocados no pierdan la forma.