Alfonsinos y mallorquinistas, unidos por un día. El Molí d'es Comte agrupó ayer a todos, sin distinción. La entrega de la bandera del Real Mallorca que realizó Vicenç Grande a Pep Buades, presidente de la Hermandad de los Alfonsinos, fue un gesto que denota la unión del pasado y el presente.
Las fotografías de color sepia y las charlas evocando recuerdos imborrable monopolizaron una jornada festiva y dedicada a la historia. Al recuerdo que tuvo Grande para el empleado de la entidad Tomás Jaume, fallecido horas después de que el presidente desvelara su delicado estado de salud. Al recuerdo para Jaume Rosselló, presidente del primer ascenso bermellón a la máxima categoría, que no pudo acudir. Del recuerdo para aquellos que, con su esfuerzo, lograron mantener la estructura del Alfonso XIII para poder disfrutar hoy del Real Mallorca.
El presidente, que desveló que en breve la mascota Dimonió tendrá una Dimoniona, se acordó de los peñistas y de los alfonsinos presentes, «que representan nuestra historia». Pep Buades también merece un hueco. Está manteniendo viva la llama de los Alfonsinos, un fuego que no debe apagarse jamás para que las nuevas generaciones conozcan de dónde procede el Mallorca.