Lejos de abanderar el segundo proyecto de Vicenç Grande, de capitanear al equipo y justificar la marejada originada el pasado verano con su renovación, Juan Arango acumula fracaso tras fracaso. Ni siquiera el hecho de alcanzar los cien partidos oficiales con la camiseta del Real Mallorca despertó al venezolano de su eterno letargo, de un laberinto sin salida.
Su paupérrima actuación el pasado domingo en Anoeta no ha pasado desapercibida para los gestores de la entidad -la plana mayor presenció en directo su enésima pifia- ni para el cuerpo técnico, decepcionados con la actuación de su jugador franquicia y del mejor pagado -Maxi López, que pertenece al Barça, aparte- de la plantilla.
Al margen de su apatía y su oscurantismo futbolístico, Arango volvió a demostrar ante el colista su peor versión. El venezolano, posiblemente el mejor lanzador de faltas de la plantilla junto al serbio Jankovic, dispuso de dos oportunidades a balón parado...y fue incapaz de superar ni siquiera la barrera. Para rematar su faena, ni siquiera celebró el tanto con el resto de compañeros. Un ejemplo más que delata un socavón en su gráfica de rendimiento.